William Eggleston. El color de lo cotidiano 

Objeto de numerosas exposiciones individuales las imágenes de William Eggleston, pionero de la fotografía en color y uno de los principales representantes del medio, se presentan ahora en el C/O de Berlín en una retrospectiva que posteriormente podrá verse en la Fundación MAPFRE de Barcelona

La cámara de William Eggleston (Memphis, 1939) identificó la belleza de la cotidianidad explotando los recursos del color cuando el gris era imperante. Aunque la película en color estuvo disponible a partir de 1953, el color en la fotografía era considerado vulgar y competencia de la publicidad. Sin embargo, a través del movimiento New Color Photography, durante la década de 1960, cada vez más fotógrafos empezaron a descubrir las posibilidades que ofrecía. Fue el caso de Eggleston y otros fotógrafos estadounidenses de su generación como Joel Meyerowitz, Stephen Shore o Joel Sternfeld. Todos ellos han sido materia de estudio en el C/O Berlín que ahora completa sus investigaciones con la obra de este innovador de la imagen. La gran retrospectiva William Eggleston. Mystery of the Ordinary, organizada para el museo alemán en colaboración con Eggleston Artistic Trust, será una opción excepcional de descubrir sus series más famosas.

La sensibilidad de William Eggleston para captar un aire misterioso en lo cotidiano se desarrolló a lo largo de más de cinco décadas. Durante este periodo indagó, incansable, su entorno más inmediato atrapando en sus instantáneas la poética visual del sur estadounidense. No obstante, también se aventuró con su cámara en otros territorios a lo largo del mundo. Esto le llevó a crear un lenguaje visual icónico que ha influido profundamente en las nuevas generaciones de fotógrafos. Así se percibe en este recorrido por su obra que itinerará en otoño a la Fundación MAPFRE de Barcelona. Un proyecto expositivo en el que vemos algunas fotografías pertenecientes a una de sus series más conocidas The Outlands (1969-1974) y una selección de imágenes tomadas en Berlín entre 1981 y 1988. Asimismo, también están presentes imágenes de Los Álamos, otra de sus series más célebres.

Símbolos de la cultura norteamericana a todo color

En los trabajos de William Eggleston la intensidad del color brilla por si sola. Sus imágenes repletas de enigmas son producto de la intensidad del color y su relación con la percepción. Una calidad pictórica única que cuestiona, permanentemente, lo cotidiano. Así, en el crepúsculo, las sombras de las plantas crecen misteriosamente a lo largo de la pared de la casa. De igual manera, sobre la pintura lustrosa de un Cadillac lila metalizado bailan los últimos rayos del sol. Igualmente, observamos en sus fotografías un techo pintado en rojo sangre o la fachada de un edificio con azulejos de colores. Con ello, Eggleston utiliza el color no solo para imitar la visión humana sino también para analizarla y cuestionarla.

Como si el tiempo se hubiera detenido esperando a que William Eggleston llegara con su cámara para inmortalizarlo, sus fotografías se unen para formar un cuento visual de decadencia. Las situaciones banales se convierten en objeto de interés. Un congelador lleno de comida o una botella de kétchup en el mostrador de un snack bar son piezas que condensan el imaginario de la cultura estadounidense. Una perspectiva que a su vez da forma a un diseño norteamericano que tuvo un gran impacto en una identidad colectiva de posguerra. Por otra parte, en su determinación por lanzarse a la búsqueda del color rompe con una primera etapa en la que se vio influenciado por la obra de Walker Evans y Henri Cartier-Bresson. De estas las imágenes cargadas de emociones pasan a jugar con el color para centrarse en el momento decisivo del instante fugaz.
 

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