El 60 FICX asume riesgos 

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Rosana G. Alonso

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El Festival de Cine de Gijón revela los nombres y títulos de una edición que se presenta como una de las más potentes de los últimos años

Mira al futuro, apuesta por autores que conservan su rebeldía y aspira a desmitificar ese gran territorio iberoamericano repleto de desafíos que retan al espectador. El Festival de Cine de Gijón/Xixón (FICX) cumple 60 años, pero ha renovado su carta de presentación desde el 2020 dinamizando su arquitectura primigenia. Lo explica Fran Gayo, jefe de programación, recordando que hace dos años, cuando Alejandro Díaz Castaño, director del FICX, le propuso volver al festival, había ya una intención de reformular el certamen. Gayo recapitula y declara a este medio que “en el 2020 hubo un replanteamiento de la estructura de la programación”. Una idea que ya tenía en mente Díaz Castaño y que en palabras del programador buscaba “problematizar el trabajo” en el sentido de darle vueltas asentándose en “un lugar muy poco acomodaticio” desde dentro, desde las trincheras de programación. Y, sin embargo, “amigable con el público”, puntualiza.

Ahora, con un eslogan que reivindica su estatus proclamando una declaración de intenciones que reclama para sí “una gran ola de cine independiente” vuelve a su punto de partida para tomar carrerilla. Esto es, recupera “la idea original del FICX desde hace más de dos décadas”, según Gayo, para “descubrir y abrir nuevos caminos propiciando un encuentro entre cineastas jóvenes y el público de la ciudad”. En la práctica, esto se resuelve con una ecuación muy sencilla que queda configurada en torno a tres secciones principales: Retueyos, Albar y Tierres en Trance. Son los grandes ejes del festival sobre los que pivotan otras secciones satélite, algunas tan claves como Enfants Terribles. Por otra parte, en este 60 FICX siguen también en su empeño de homenajear a algunos creadores conscientes de que no se puede perder de vista la labor didáctica, de formación de los públicos, que debería mantener todo festival.

Grandes retos y posicionamientos políticos

El Festival de Cine de Gijón persiste firme en su apuesta por mantener los focos y las retrospectivas de autor. A pesar de los riesgos que ello implica, Fran Gayo considera que seguir en esta línea de la que se están saliendo muchos festivales “es un compromiso muy grande”. Aclara que ello forma parte de “una formación cinéfila”. El hecho de que alguien “pueda ver de una misma cineasta cuatro o cinco películas, que pueda escucharla varias veces y relacionar las películas entre sí es algo que no queremos perder, aunque esté desapareciendo poco a poco de los festivales”. Con este propósito, en esta edición se podrá ver un foco que rinde homenaje a la actriz y directora Elina Löwensohn que la restituye como una figura clave del cine independiente y underground norteamericano de los años 1990. Asimismo, con la misma intención, se podrá ver la obra de Patricia Mazuy.

Pero si hay una sección poco acomodaticia es la que desde Tierres en trance sacude al espectador evitando “caer en el terreno de los clichés y la pornomiseria”, apunta Gayo. Tierres en trance, dilucida, “es una de las decisiones políticas, por decirlo de alguna manera, más fuertes del festival”. Lo es porque “apuesta por un tipo de cine iberoamericano y no por otro”. Para ejemplificar esta mirada pone como ejemplo la película Palestra que el año pasado ganó el premio Fipresci al mejor largometraje. Dirigida por Marinaro y Jallinsky, que este año vuelven al festival en la sección Retueyos, es una cinta realizada con muy pocos medios que convirtió, en palabras del programador jefe, el pase de público en una fiesta. Era una apuesta complicada, y sin embargo sintetizaba el interés, desde programación, por un cine que rompe sin fragmentar. Y si provoca, lo hace con afán de revelar.

Siempre rebeldes: de las primeras obras a los autores consagrados

Delimitando este tríptico de las secciones principales que entona Tierres en trance, Retueyos y Albar muestran, en conjunto, un repertorio que dibuja un mapa del cine contemporáneo auténticamente alternativo. Para ello, Retueyos se centra en obras de cineastas emergentes que presentan las primeras, segundas o terceras películas. Mientras tanto, Albar mira a autores consagrados que no se han postrado ante la taquilla y mantienen un compromiso con un público fiel que ha seguido su trayectoria desde el inicio. Tal es el caso de Abbas Fahdel, Werner Herzog y Denis Côte, que este año acuden al Festival de Gijón para exhibir sus últimas creaciones. O nombres habituales en el festival como Hong Sang-soo y Ulrich Seidl. Menos conocidas pueden ser Ruth Mader con Serviam – I Will serve e Isabelle Stever con Grand Jeté. Esta última, una de las películas más transgresoras y profundas que ya pasó por el Festival de Berlín.

El FICX es uno de los últimos festivales del año y por ello tiene complicado presentar filmes en premiere mundial. Aún así, algunos cineastas como Mariano Llinás confían en el certamen para mostrar su trabajo en primicia. Es uno de los platos fuertes de un evento que busca “tener un trato horizontal y de igual a igual con el público”, según argumenta Fran Gayo, que reconoce que más allá de la acumulación de novedades hay espacio para una programación congruente. Una programación que evita la provocación gratuita aventurándose con películas que les toquen la piel y puedan defender ante distintas audiencias. Esa es su seña de identidad. Un cine que busca el contacto y las huellas identitarias de un tiempo en el que lo que viene tiene firma (o forma) femenina. Lo apunta Gayo al señalar que “realmente la revolución la están haciendo las cineastas que están comenzando ahora”.

Este cine más nuevo, que le mide la temperatura al presente con la mirada puesta en el futuro, es el que se puede ver en la sección Retueyos. Como su nombre en asturiano indica, es una sección que atiende a los brotes de una cinematografía que experimenta el mundo con la lente genuina del que empieza algo nuevo. Algo efervescente, que no teme ensayar con narrativas novedosas que están, todavía, definiendo trayectorias incipientes. Aquí es donde las nuevas generaciones tienen la palabra. Procedentes de diversos países, la representación de género en esta sección es más igualitaria lo que no deja de ser un rasgo distintivo de un hacer que está comenzando a desarmar jerarquías, estereotipos y mezquindades. Al respecto, el FICX lo tiene claro. Quiere seguir descubriendo y marcando tendencia. No quiere ser condescendiente con el público y por eso le mira directamente a los ojos sin importar su condición.