Rosana G. Alonso
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Sorprende el giro que han pegado los hermanos D’Innocenzo en ‘America Latina’, una película que establece un retrato puramente psicológico perfectamente desentrañado por Elio Germano

America Latina | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película America Latina | Atlàntida Film Fest 202 | StyleFeelFree. SFF magazine

Hay algo desconcertante en el título de la tercera película de los hermanos D’Innocenzo después de su reveladora Queridos vecinos. Pero no nos llevemos a engaños. No hay señal del continente americano. O tal vez sí, pero habría que buscarle los tres pies al gato. La única pista que tenemos del título es que Latina es una región italiana a 70 km de Roma donde vive el protagonista de este thriller psicológico. Interpretado por Elio Germano es un personaje arrollador al que la cámara encuadra con afán de interiorizar en su psique. Los primeros planos en este afán de abordar la oscuridad humana, a través de la luz, son muy significativos. Y en esto, Germano hace el que podría ser el mejor papel de su carrera. Su gestualidad es absoluta. A través de él vamos analizando todas las pistas de una cinta que juega muy bien al escondite.

Llena de inteligentes estrategias fílmicas que mantienen a la audiencia desarmada y expectante, America Latina, a pesar de ello, no ha sido una película que haya calado en festivales. De hecho, no ha salido de Italia. Ha estado nominada al León de Oro en el Festival de Venecia y poco más. A pesar de ello, lanza interesantes cuestiones en un viaje a las alcantarillas de la mente humana. Buscando continuamente desubicar al espectador, mantiene, hasta el final, un pulso soberbio. Entre la lucidez y la demencia. Entre la sordidez y cierta virtud. Todo ello, lo vemos ya en las decisiones estilísticas y en esa estructura familiar ideal que se desvanece también en impostados ademanes. Las cuestiones, entonces, se solapan unas a otras hasta el final. Y lejos de desatender su objetivo, resitúan continuamente al que observa para mantenerle al vilo. Es perceptible que los D’Innocenzo disfrutan desafiando al que mira.

Con un esquema contundente que deja ver el esqueleto del guion, los italianos presentan America Latina con unos planos de una extraña casa en un sórdido lugar. Desde este inicio intuimos que algo raro se cuece. Los que hemos estado siguiendo la pista a los hermanos que vuelven a poner el cine italiano en el ojo del huracán, sabemos que ese escenario no es casual. La devastada y al mismo tiempo suntuosa arquitectura modernista nos pone sobre aviso. Más adelante, cuando se desvela lo que se esconde en el sótano, la cinta avanza martilleando la conciencia. Inevitablemente, a partir de este momento, no podemos evitar pensar en El Resplandor. Pero lejos de los flagrantes juegos de artillería pesada de Kubrick los italianos son más cabales y meticulosos. Esto podría decepcionar a los que esperen una película más adrenalínica. Si bien, no hay promesas.

Es sorprendente el giro que han pegado los D’Innocenzo. Aunque vuelven a poner en jaque a las estructuras familiares y sus promesas de felicidad, aquí se establece un retrato puramente psicológico. Por eso, en realidad puestos a hacer paralelismos podría ser más apropiado emparejar a America Latina con las derivas del nuevo cine de terror. O bien, pensar en el Spider de David Cronenberg. La fragilidad de la mente que escenifica tan bien Germano bien podría ser un soberbio enredo que habla de la construcción social, la soledad y el miedo al inconsciente. Desde este planteamiento America Latina se presenta como un continente abierto a la exploración humana que se adentra en sus perversiones.