J.Q.L

Ángeles González-Sinde, mediante la adaptación de la novela homónima de Gabriela Ybarra, crea ‘El comensal’, la historia de dos vidas

El comensal | StyleFeelFree
Imagen de la película El comensal | StyleFeelFree

La novela El comensal de Gabriela Ybarra logró colmarse de premios y reconocimiento. La adaptación de Ángeles González-Sinde mantiene el listón a la misma altura. El comensal es una cinta excelsa. A través de una constante alternancia entre pasado y presente narra un afligido relato de soberbia empatía. La historia de Fernando, quien afronta el secuestro de su padre por ETA, en Bilbao, en el año 1997, se sucede con fragmentos de la vida de Iciar. Esta, debe lidiar con el cáncer de su madre a la vez que descubre, progresivamente, el trágico pasado de su abuelo. Ambas narraciones se entrelazan creando dinamismo e intriga. Por medio de la observación del pasado el espectador entiende y empatiza con los actos del presente. Al mismo tiempo, los hechos del presente contrastan con los del pasado creando pura fuerza.

Ángeles González-Sinde expone un lenguaje audiovisual extenso. Aprovechando la alternancia entre distintas épocas llena el filme de contrastes. De este modo, el montaje alterna entre sombríos escenarios de la España del 1997 a luminosas habitaciones de la actualidad. Esta característica no solo se debe al dinamismo. La directora retrata un pasado oscuro de acuerdo a las traumáticas vivencias que sufrieron los personajes a manos de ETA. Al mismo tiempo, construye una actualidad reluciente para, más adelante, llenarla de grises a medida que el cáncer se expande. Así, emplea este juego de luces y sombras para crear un camino hacia un verde desbordante. Un verde que simboliza la esperanza. Un símbolo encarnado por los paisajes de infinita naturaleza del País Vasco.

El comensal de Ángeles González-Sinde es una elaboración simbólica de la calamidad que supuso ETA. Un vehículo liberador en el que las heridas y tensiones del pasado encuentran una catarsis poética. El filme representa un paso necesario ante el terror que reinó en el pasado y, a su vez, el camino a seguir. Sinde hace del cine un viaje purificador donde no solo expone la tragedia sino que ayuda a sanar. De esta forma, El comensal establece una verdad desnuda en la que se incita a superar las aflicciones. La cineasta muestra, como única respuesta posible ante el negro, el verde.
 

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