Rosana G. Alonso

Sobrevolando los aspectos que han ocupado la agenda social los últimos años, ‘Un pequeño plan… como salvar el planeta’, de Louis Garrel, es una película mucho más grande de lo que aparenta en un principio

Un pequeño plan… como salvar el planeta | StyleFeelFree
Imagen de la película Un pequeño plan… como salvar el planeta | StyleFeelFree

¿Sería posible desviar el mar a África y convertir los desiertos en zonas verdes? Lo que parece una utopía ya lo propuso Ferdinand de Lesseps en 1890. El hombre que desarrolló el Canal de Suez planteó, hace más 125 años, desviar el Mar Mediterráneo al desierto de Argelia. Su intención, según trató de explicarle al Senado francés, era crear una isla oceánica. De esta forma, se podría enfriar el clima y crear una tierra cultivable. Eran las dos metas que, en aquel momento parecían ciencia ficción. De hecho, estas hipotéticas aspiraciones sirvieron a Julio Verne para escribir La invasión al mar. La realidad es que la naturaleza es capaz de transformar drásticamente sus paisajes. Así ocurrió en el lago Saltón en California cuando al derrumbarse una presa su agua entró en el desierto y creó una isla. Lo cuenta Louis Garrel que estrena Un pequeño plan… como salvar el planeta.

La película del realizador de Un hombre fiel esconde muchas sorpresas. Aparentemente, Un pequeño plan… como salvar el planeta no parece ser el filme que se desvela. Lo que semejaba ser un proyecto menor, de tintes doctrinales, desemboca en una divertida comedia que cuestiona y explora preocupaciones existenciales desde un cautivador escepticismo. El papel que interpreta Louis Garrel, protagonista de todos sus metrajes dándoles un tinte de fake reality, es clave para que el equilibrio se mantenga siempre. Se habla del medioambiente, hay una preocupación sobre el futuro del planeta, pero no es una cinta militante. Desde un contacto accesible y desenfadado, las audiencias pueden encontrar un lugar para el debate. Recurriendo a un un metraje dinámico —cámara en mano— que acerca a los personajes, el guion se expande para, a partir de un tema universal, entrar en la psicología que define a la generación que sucede a Greta Thunberg.

¿Cómo son los chicos y chicas que han crecido con los reclamos y las quejas de Thunberg? ¿Están realmente preocupados por el medioambiente? No parece ser esta la inquietud de Garrel que escribió el guion con el recientemente fallecido Jean-Claude Carrière. Lo que le interesa es sobrevolar, a vista de pájaro, acontecimientos que han ocupado la agenda social —y política— los últimos años. Aunque la película, según parece, se ideó antes de las demandas medioambientales y de que el COVID-19 nos pillara a todos desprevenidos, vista ahora parece querer observar todos estos fenómenos. No tanto desde el escrutinio, sino desde un posicionamiento humanista y existencialista que pone el ojo de mira en las nuevas generaciones. Desde ahí, sigue los pasos a un crío de 13 años que despierta a un mundo que, desde su inocencia, piensa que puede moldear como si fuera de plastilina. Quizás esa sea la actitud correcta.
 

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