José Carlos Redondo
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Con asombroso ritmo y sentido del espectáculo, ‘I Wanna Dance With Somebody’, de Kasi Lemmons, es un sentido homenaje a la vida y obra de Whitney Houston

I Wanna Dance With Somebody | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película I Wanna Dance With Somebody | StyleFeelFree. SFF magazine

Whitney Houston es una figura tan icónica dentro del mundo del espectáculo que era inevitable anticipar la realización de una película sobre su vida. Diez años después de su fallecimiento, Kasi Lemmons dirige I Wanna Dance With Somebody, título que debe honor a una de sus canciones más populares. La historia comienza mostrando los inicios de Houston en el mundo de la música y su entorno familiar. El elegido para escribir este relato fue Anthony McCarten, guionista de Bohemian Rhapsody, con la que comparte una estructura similar ya que la narración se apoya en las escenas musicales para conseguir un montaje bastante rítmico. Además, este ritmo proporciona la facilidad de realizar elipsis temporales a través de la música, por lo que el paso de la vida de Houston se presenta de una forma muy orgánica.

Aunque la película se desarrolle con la carrera musical de Houston como espina dorsal, tal vez lo más interesante de esta historia se encuentre en la relación de la cantante con su familia y amigos. Es precisamente en los personajes secundarios donde se esconde el verdadero conflicto dramático de la obra. Sus amores juveniles, las eternas discusiones de sus padres, la homofobia que sufrió por parte de la industria y su propio padre. Varias son las tramas que hacen que no sea un simple musical. Otro aspecto interesante es el descubrimiento de alguno de los entresijos de Whitney en el mundo del espectáculo como, por ejemplo, el proceso que la llevó al mundo del cine en películas como El guardaespaldas.

Hay varios elementos favorables en esta cinta para que su visionado merezca la pena, pero quizá el más destacado sea la interpretación de Naomi Ackie como Whitney Houston. La actriz británica se sumerge verdaderamente en la piel de la cantante por lo que el viaje emocional que supone el desarrollo de la historia es mucho más sencillo. Aun así, las más de dos horas y media que dura la película quizá se antojen, por momentos, algo innecesarias ya que en el segundo acto hay cierta repetitividad temática. En cualquier caso, I Wanna Dance With Somebody es un llamativo y bonito espectáculo en el que se honra con dignidad a una de las grandes voces de la historia de la música.
 

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