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La última pieza artística presentada por Lois Patiño en el marco del VI Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente, ‘El cielo más próximo’, busca un estado de espiritualidad que está definiendo su hacer
Hace más de un siglo Kandinsky publicó De lo espiritual en el arte no tanto para materializar la espiritualidad a través del arte, como para hacer del arte una expresión pura. Lois Patiño (Vigo, 1983) parece estar interesado por ambas vertientes. Es indudable que persigue la pureza en los modos, pero sus creaciones también buscan trascender más allá de la forma. Hacia un estado de espiritualidad que nos conecte con aquello que olvidamos al nacer. Somos parte de un todo. Esto se revela sobremanera en El cielo más próximo, la obra que estos días se presenta en ARCOmadrid 2022 como finalista del VI Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente.
Aunque Patiño quizás sea más conocido por su obra cinematográfica a raíz del éxito de Lúa Vermella, él comenta a este medio que siempre ha desarrollado un trabajo en ambos lados. Pero apunta también a que “en el cine se puede lograr más repercusión internacional con facilidad”. No obstante, tampoco descarta la suerte en el proceso que le ha llevado a pasearse por festivales como el de Locarno donde fue ganador a Mejor Director Emergente por Costa da Morte (2013), el de Toronto, el de Cannes, o recientemente el de Berlín donde presentó una pieza llamada El sembrador de estrellas que le ha reportado el tercer premio en la sección de cortometrajes. Como consecuencia, será el representante del Festival de Berlín en los Premios del Cine Europeo.
La obra que ahora presenta en ARCO, El cielo más próximo, tiene de hecho mucho en común con El sembrador de estrellas. Ambas miran al cielo y las corrientes místicas. Pero si en la que acaba de llegar de Berlín miraba al cielo de Japón, esta está inspirada en ideas sufíes del cosmos. Como consecuencia, hace una fusión entre el agua y el cielo estrellado. Patiño indica que se inspiró en la cúpula de los 7 cielos de la Alhambra. “Aquí lo que intenté hacer era una fusión entre el agua y el cielo estrellado, convirtiendo esta pieza de madera quemada en un cielo que a la vez es un estanque, un pozo”, expresa. Una fusión del cielo y el agua generada, como explica, “por la proyección de los brillos acuáticos” que ayudarán al hombre en su camino de perfección espiritual.
Como constata Alberto Ruiz de Samaniego, doctor en Filosofía de la UAM, “en la videoinstalación, el motivo de la estrella se dibuja en el suelo octogonal de madera negra, quemada, donde pequeños fragmentos de cristal y metal forman constelaciones”. Al mismo tiempo, anota, “la luz de un proyector lanza destellos de corrientes de agua”. Esto da lugar a que la pieza quede iluminada rítmicamente “creando al tiempo una confusión perceptiva entre lo sólido y lo líquido, el lugar del cielo y el del pozo”.
Para Lois Patiño esta idea de espiritualidad “es una pulsión que tenemos más o menos todos por cómo está construida la sociedad o los valores que perviven en ella”. Por eso considera que “conviene recordarlo de vez en cuando”. Esa es su intención cuando enuncia que “con mis películas intento despertar, al menos durante el tiempo de contemplación de la obra, ese estado”. Es lo que él denomina “la conexión con el todo”. Algo que señalaba también Freud, según recuerda Patiño, cuando se refería a un sentimiento oceánico. Es necesario incidir en ello estos días en los que la guerra vuelve a aplastarnos con deseos individuales frente a colectivos.