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Jaime G.

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El fértil jardín de miedos e intimidades del cantautor y héroe del lo-fi norteamericano flatsound vuelve a florecer en ‘last minute cycle’, su último trabajo de corta duración

Muchos de los que, a comienzos de la década pasada, visitaban asiduamente ciertos rincones de Tumblr o SoundCloud es probable que ya conozcan a flatsound. Lo más seguro es que, en su día, dieran de casualidad con alguno de los temas de su disco Sleep (autoproducido, 2012). O quizá este descubrimiento fuera a través de alguno de sus vídeos recitando sus propios poemas desde la bañera. Sea como sea, flatsound es de lo que hablamos cuando hablamos de lo-fi, música de baja fidelidad y hecha desde el dormitorio. En este caso, de una música que habla de —pero sobre todo desde— la vulnerabilidad más sentida. Su último lanzamiento last minute cycle (autoproducido, 2021), que llegaba el pasado 10 de diciembre, contiene todo lo que uno espera y más. Aunque en una pequeña dosis que no supera el cuarto de hora, su sexto EP es motivo de celebración.

Mitch Welling (México, 1990), la persona detrás de flatsound, lleva casi media vida transformando en versos lo abrumador de tener que existir día tras día. La agorafobia que marcó una enorme parte de su juventud, exorcizada en cada canción. Su discografía se lee como un relato en primera persona del pesar post-adolescente que ha atravesado las entrañas de jóvenes oyentes y artistas por igual. Los millennials de hace diez años y los centennials de hoy tienen más en común de lo que parece. Prueba de ello es que los primeros trabajos de Mitch sigan llegando a lo más hondo de aquellos que hoy descubren su música. Todo es cíclico, y este eterno retorno es, de hecho, uno de los grandes temas en torno a los que orbita last minute cycle. En cuatro canciones de corte minimalista el artista emprende un viaje en círculos que se detiene en la ausencia y suspira por el recuerdo.

“Measure passing time by the falling leaves”, canta en el tema inicial last minute cycle, que da título al EP. De fondo suena una base repetitiva e hipnótica, de texturas muy familiares que triunfa al fundir lo orgánico con lo creado por ordenador. Asimismo, en el disco abundan los samples, que por otra parte tienden puentes entre corte y corte. Armado con su grabadora, flatsound siempre ha acostumbrado a registrar sonidos naturales y a recuperar extractos de conversaciones que luego utiliza en sus canciones. thinking of you abre con una tormenta de bajos distorsionados que se va apaciguando conforme avanza la pista. En tono casi hablado, la voz de Mitch suena unas veces rasgada y otras prácticamente en forma de susurro.

Tras el ligero ánimo de we can act like it’s the end of the world, la percusión hace su aparición estelar en let’s go on a drive. Este último tema recoge desde la sencillez todo lo anterior, generando un revuelto cautivador de melodías y ruido. Finalmente, todo termina por eclosionar, desapareciendo así del plano y dejándonos a solas con un sample de lo que suena como una llamada telefónica. De nuevo, somos testigos de un vasto mundo interior al que tenemos la suerte de ser invitados a mirar. Aunque sea desde lejos y a través de oscuras ventanas cuyas cortinas solo se abren de vez en cuando, podemos sentir la calidez del hogar.