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En su tercera película, David y Stéphane Foenkinos presentan ‘Las Fantasías’, seis historias unidas por un tema: las fantasías sexuales
En los sketches presentados por David y Stéphane Foenkinos en Las fantasías, resulta difícil no realizar una comparación directa con Relatos salvajes de Damián Szifrón. La estructura es similar, ambas películas están divididas en capítulos con historias y personajes diferentes. Las dos están unidas por un tema. No obstante, mientras Relatos salvajes explora la violencia y la venganza, Las fantasías investiga las relaciones de pareja y sus parafilias. Sin embargo, en donde estas dos películas se diferencian realmente es en el mensaje que nos dejan. Relatos salvajes nos viene a decir que vivimos en una sociedad desigual. Mientras tanto, en Las fantasías, el mensaje trata de expresar que cada uno es libre de hacer lo que quiera con su pareja. Al menos, eso es lo que parece.
Las fantasías es una adaptación de la película La pequeña muerte de Josh Lawson y de una investigación llevada a cabo por los hermanos Foenkinos en donde recopilaron doscientas cincuenta fantasías. De ahí tenemos seis relatos, sobre seis parejas y sus seis inusuales fantasías sexuales. Al tener poco tiempo con las historias, solo se explora la vida íntima de cada dupla superficialmente y se reducen a la obsesión con el fetiche sexual correspondiente. Debido a esto, en algunos sketches la comedia puede parecer forzada y no tiene el efecto cómico deseado. Es fácil imaginar varias situaciones cómicas en torno al juego de roles, pero es más difícil crear una situación divertida alrededor de la abstinencia sexual entre dos jóvenes.
Lo que sostiene a Las fantasías durante sus noventa minutos de duración es la gran capacidad interpretativa del elenco. Cada historia tiene sus complejidades y el reparto da lo mejor de sí en cada relato. De estos, el sketch más interesante es el que está conformado por Suzanne Clément y Denis Podalydès. Ellos interpretan a Louise y Vincent, que después de muchos años de matrimonio han caído en la rutina. Louise sugiere el juego de roles, y aunque Vincent tiene sus dudas, decide intentarlo. Eventualmente, Vincent se obsesiona con interpretar tan fielmente sus papeles que se olvida del objetivo principal del juego de roles. Lo curioso es que al ser forzado a salir de la rutina, descubre algo de sí mismo que no había explorado antes. Todo esto puede ser seductor, pero los Foenkinos no profundizan demasiado. De haberlo hecho, Las fantasías podría tener algo muy interesante que contarnos.