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Con todas las películas ya desveladas, tras la séptima jornada de la edición 69 del SSIFF 2021 todas las cartas están sobre la mesa
Dos películas mostraban ya el cuadro al completo, en la séptima jornada, de la sección oficial. El toque final lo dieron The Eyes of Tammy Faye, de Michael Showalter; y La abuela, dirigida por Paco Plaza y con guion de Carlos Vermut. Curiosamente, cuando no parecía que habría ya ninguna sorpresa, hubo dos. Una de ellas la protagonizó una extraordinaria e irreconocible Jessica Chastain en The Eyes of Tammy Faye. Por otra parte, hay que reconocer que La abuela, aunque no tiene tanta tensión como esperaba, recurre al género de terror escapándose del propio género y apostando por un cine que habla del paso del tiempo, los cuidados y la ambición, en una cinta que bien podría ser una adaptación libre de El retrato de Dorian Gray.
No obstante, y aunque La abuela tiene una primera y última escena brillantes, también porque la música que acompaña sube los decibelios, el desarrollo de la acción no mantiene la expectación como se esperaría de una película de género. Tal vez la apatía del personaje interpretado por Almudena Amor, a quien hemos visto en El buen patrón, no ayuda. Incluso, es posible que se haya querido sintetizar tanto la idea original, con la intención de facilitarle la lectura al espectador, que la cinta se queda en los huesos. Con todo, la fragilidad y mutismo desconcertante de Vera Valdez abren espacios que incluyen nuevas fisicidades. Entre medias se dejan ver las costuras, veladas por las ausencias narrativas. Como aquella que afecta a la erótica lesbiana en la vejez. Podría ser una pieza sublime, hay elementos que conquistan, pero le falta fuelle.
En el polo opuesto, The Eyes of Tammy Faye se descubre como una película a la que le queda mucho recorrido por hacer. No solo por la magistral interpretación de Jessica Chastain que es, además, una de las productoras, sino porque aúna muy bien comedia y drama. Michael Showalter, que es un director conocido casi únicamente por Big Sick, demuestra tener pulso conjugando un lenguaje visual que no llega a ser excesivo. Por eso, en el equilibrio emocional de Chastain, que cambia de registro sin aparentemente esfuerzo, se nota que hay un trabajo de dirección actoral importante. Lo vemos igualmente en Andrew Garfield, pero la balanza se inclina más hacia ella, reconstruyendo a una actriz que parece estar atravesando un momento espléndido. De ahí a que gane la Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista, solo hay un paso. Sería una gran decepción que no fuese así.