Marta Pascual
Últimas entradas de Marta Pascual (ver todo)

Dos personajes opuestos ideológicamente se encuentran en la ópera prima de Mauro Mancini, ‘No odiarás’ , con el fin de meditar acerca del peso del odio

No odiarás | StyleFeelFree
Imagen de la película No odiarás | StyleFeelFree

Si los traumas de la infancia son los que más duelen, las heridas son eternas cuando estos están fundados por discursos políticos violentos. No odiarás, la opera prima del director y guionista italiano Mauro Mancini, aborda esta cuestión a través de Simone Segre, un neurocirujano judío. En su entrenamiento semanal de remo, se ve involucrado en un accidente de tráfico. Intenta auxiliar a un herido, pero, cuando descubre la esvástica de su pecho, lo deja morir. El sentimiento de culpa lo atormenta, por lo que intenta acercarse a la familia del fallecido. Ello, le lleva a contratar como asistente del hogar a la hija mayor, Marica. En su convivencia, las secuelas del Holocausto estarán presente, convirtiéndose en un obstáculo que deberán sortear para salvarse a sí mismos.

El mayor acierto del cineasta es la doble perspectiva con la que expone el argumento, dotándolo de una profundidad escondida bajo las ruinas del siglo anterior. Por un lado, la voz orientadora es la de Segre. Su personalidad es la más pura, debido a su experiencia y a su conocimiento de la situación. No obstante, a pesar de no llevar las riendas de la narración, la presencia de Marica adquiere fuerza según avanza el filme. Sara Serraiocco la interpreta con moderación, alcanzando a mostrar cómo, al aceptar trabajar para Simone, la joven franquea las fronteras que separan sus mundos. Así, ambos protagonistas se deshacen de los roles de ejecutor y mártir. Por consiguiente, excluye del largometraje la mirada radical y simplista que no asume las contradicciones humanas en los conflictos sociales. De esta forma, aporta una nueva perspectiva del Holocausto, en donde la actualidad subraya el daño del pasado sin recrearse en la memoria histórica.

Mauro Mancini utiliza de punto de partida un suceso real, con el fin de relatar una historia cuya complejidad reside en el aspecto emocional, más que en su ejecución técnica. Cabe destacar su habilidad para guionizar por encima de su dirección, pues no aporta una visión estética singular. Aunque sí que logra resaltar la soledad de los personajes, el resto de los matices de la trama son abandonados en su expresión visual. De la mano va su introducción, carente de fuerza, la cual logra remontar mediante la resaltable metamorfosis de los protagonistas. Gracias a ello, es posible ignorar la dilatación de su cadencia, excesiva teniendo en cuenta las necesidades dramáticas. En contraste, su ritmo le permite abordar la temática sin sentimentalismos, alejándose de la predictibilidad implícita en la pieza. Como conclusión, la autoconsciencia de la obra le permite expresar con sencillez su tesis: el odio es la peor condena.
 

Consulta los ESTRENOS DE LA CARTELERA DE CINE DEL 2021 con valoraciones de películas