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La primera película somalí que participa en Cannes, el nuevo trabajo de los chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña, así como el ascenso de Trump al poder, bajo la mirada de Ali Abbasi, protagonizan la crónica 7 de Cannes 2024
En la selección oficial de Cannes 2024, en este caso, dentro de la sección Un Certain Regard, participa, por primera vez, una película de Somalia. De hecho, su director, Mo Harawe, antes del comienzo de la proyección de The Village Next to Paradise, decía sentirse orgulloso de que un equipo africano estuviese presente en este certamen que reúne a la cinefilia de todo el mundo. La cinta se centra en un grupo de personas que viven en un pueblo del desierto somalí. Atravesada por la guerra civil, el país no parece ofrecer muchas opciones a sus habitantes. Sin embargo, la mirada de Harawe no quiere presentarlos como víctimas, sino otorgarles dignidad. Esto queda registrado en cómo, al principio de este filme, el director se centra en la perspectiva que ofrece del país africano un noticiero en habla inglesa. En contraste a esto, la siguiente escena se detiene en lo íntimo que sigue a estas personas para conferirles humanidad. A través de ellos, como espectadores vemos que el amor, la confianza y la resiliencia perviven a pesar de todos los dramas. Ello configura un paisaje de lo humano escrito con la esperanza que avanza el título de la película.
Cambiando completamente de panorama y ofreciendo una mirada muy sagaz en la construcción de un personaje tan fascinante y turbio como Donald Trump, The Apprentice sintetiza la fórmula para alcanzar el sueño americano. Es la otra cara de la moneda de The Village Next to Paradise. El paraíso aquí se observa alcanzable en manos de lo que el propio Trump define como killers, triunfandores del sistema que tienen la destreza y la malicia de burlar todas las trabas para alcanzarlo. Él, el hombre que no se detuvo ante nada, es uno de ellos. Caprichoso, frío, reservado, narcisista, ambicioso y camaleónico. Todo esto es Donald Trump en la figura de un convincente y más que sugestivo Sebastian Stan dirigido por Ali Abbasi. El cineasta de Holy Spider, con guion de Gabriel Sherman, hace un lúcido trabajo que no busca ni la ofensa, ni el sensacionalismo, ni la caricatura, ni tampoco, ni mucho menos, el blanqueamiento de semejante figura. Su punto de vista es tan certero en su efectiva equidistancia que al final no sabemos muy bien si hay una intención detrás, o solo es un retrato psicológico y sociológico de la América que, de momento, sigue eclipsando al mundo.
Para finalizar esta crónica, la última obra de los chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña, Los Hiperbóreos, navega por aguas turbias no tanto por su abstracción, como por una fórmula que, en ocasiones, casi parece un programa destinado al público infantil. Difícil que encuentre un espectador entusiasmado ni con la temática ni con su forma de abordarla. Moldeada a partir de elementos propios del teatro, la ciencia ficción, y la animación recrea un diálogo entre el terror político y la fantasía, así como entre lo orgánico, el ritualismo y la entropía material. Siguiendo una idea que comenzó con Lucía, el primer cortometraje del dúo, busca acentuar el proceso de hacer cine. Pero, en su camino, se encuentra con narrativas que no resultan tan atractivas como cabría de esperar, a pesar del esfuerzo que se evidencia que hay detrás.