Pedro Navarro
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Partiendo de una premisa surrealista, en ‘Mandíbulas’, Quentin Dupieux consigue una comedia absurda y gamberra donde lo menos histriónico es una bici unicornio

Mandíbulas | StyleFeelFree
Imagen de la película Mandíbulas | StyleFeelFree

“¡Toro!”, exclaman Jean-Gab y Manu, los protagonistas de Mandíbulas, la última comedia del francés Quentin Dupieux. Una expresión que va acompañada de un choque de puños con dos dedos haciendo de cuernos y que funciona como un guiño secreto entre colegas. Realmente, la usan para todo, desde un “buenos días” hasta en sustitución del clásico “choca las cinco”. ¿La razón? Ninguna. “Lo hacemos sin pensar”, confiesan cuando les preguntan el motivo. Una frase que revela el modus operandi de esta particular pareja de amigos. Y, claro, con unos protagonistas así, que actúan al tuntún y con tan poca cabeciña —que diríamos en Galicia— la trama se vuelve de lo más impredecible.

El surrealismo desde el que parte el filme, dos amigos que se encuentran una mosca gigante y deciden amaestrarla para ganar dinero, ya señala en esta misma dirección. Los chavales, unos treintañeros sin blanca y con un hambre perenne, fantasean con un futuro en el que el insecto atraque bancos y les traiga comida robada del súper. Una idea a la que se aplica un formato que transita entre la buddy movie y la película de carretera. La premisa promete una comedia absurda y gamberra y Quentin Dupieux, desde luego, lo cumple.

En su mayor parte, la gracia de Mandíbulas está en lo irremediablemente estúpidos y desastrosos que son sus protagonistas. Todo lo hacen mal. Ya sea cocinando unas chuletas o llevando un maletín de x a y, la hecatombe está garantizada. Un chiste al que se le añade la ingenuidad de los secundarios y el histriónico personaje interpretado por Adèle Exarchopoulos. En la cinta, la actriz de La vida de Adèle interpreta a una joven que, debido a un problema neurológico, solo puede comunicarse mediante gritos. Me consta que hay quien rió con esto. A mí, personalmente, toda la comedia generada alrededor de este personaje me resultó simplemente molesta e irrespetuosa.

Una anécdota que cuenta el cineasta es que cuando descubrió Dos tontos muy tontos quedó tan impresionado que se la puso a su novia. “Parecen adolescentes, no es gracioso”, fue la reacción de ella. Si en esta riña eres team Dupieux, te encantará Mandíbulas, si no, probablemente esta película no sea para ti. De cualquier forma, su brevedad —apenas dura 77 minutos— y ligereza facilitan el disfrute de cualquier audiencia. Además, el realizador merece puntos extra por ser no solo responsable del guión y la dirección, sino también de la fantástica fotografía.
 

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