Rosana G. Alonso
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El Museo Reina Sofía recupera todo el esplendor de Ida Applebroog, una artista militante y comprometida que ahora, en la exposición Marginalias, se desvela imprescindible

Ida Applebroog | Museo Reina Sofía | StyleFeelFree
Obra: Monalisa (Casa de la vagina), 2006-2009 de © Ida Applebroog | Foto: © R.Xo para StyleFeelFree

¿De qué forma salir de una espiral de alienación, cuando la vida no nos da los recursos suficientes para aprehendernos en el mundo? Ida Applebroog (11 de noviembre de 1929. EEUU), la artista a la que el Museo Reina Sofía le dedica una retrospectiva hasta el 27 de septiembre, tocó fondo en lo personal en 1969. Ese año la depresión que llevaba arrastrando acabó en una crisis nerviosa. Ello la obligó a ingresar en el Mercy Hospital de San Diego donde permaneció seis semanas redescubriéndose. Como parte del tratamiento psiquiátrico, los médicos que la atendieron la animaron para que canalizase su malestar pintando. El resultado derivó en varios cuadernos de dibujos, de formas biomorfas, que recuerdan a la producción de Wols, de los cuales una selección abren la muestra que recoge su trabajo en la pinacoteca madrileña. Sobre su trayectoria nos habla su comisaria, Soledad Liaño que prosigue explicando que “cuando ella vuelve a casa después de ese periodo en el hospital intenta compaginar su vida doméstica —es madre de cuatro hijos—pero sabiendo dónde va”.

Para llegar a ese lugar de revelación Applebroog comenzó explorando su vagina. Su refugio personal, después de la convalecencia, fue el baño de su casa. Allí se pasaba dos o tres horas dibujándose sus genitales frente a un espejo. El resultado fueron más de 150 dibujos que, olvidados en su desván, fueron recuperados casi cuatro décadas después y ahora —tras un proceso de escáner e impresión sobre papel— componen la instalación Monalisa [Casa de la vagina, 2006-2009]. Es una de las piezas más sorprendentes del recorrido que propone el Museo Reina Sofía. Según manifiesta Soledad Liaño en el catálogo de la exposición, a través de esta obra observamos “a la mujer presa de su propia sexualidad”. Por otra parte, considera que “el sostén de la construcción doméstica con los genitales apelaría además a la imposición social de conciliar ser mujer, madre y artista”.

Práctica feminista militante

Después de esta toma de conciencia Ida Applebroog se posiciona. Como artista y mujer que ha sabido reorientar su vida. En los años setenta, de hecho, en un momento en el que la práctica artística estadounidense era un hervidero de ideas feministas, se asocia al colectivo Heresies, al que pertenecían Luy Lippard o Judy Chicago, entre otras. Es, como considera el director del Museo Reina Sofía, Manolo Borja-Villel, “una artista voluntariamente militante”. A pesar de ello, no es suficientemente conocida, y aunque ha tenido algunas exposiciones, “siempre han estado ceñidas a series concretas o periodos acotados”, esclarece Liaño. Según Borja-Villel esto se debe a que, por una parte, las grandes galerías, hasta hace poco tiempo, “representaban a los grandes artistas masculinos”. En otro término, “su trabajo ha ido un poco contracorriente”. ¿En qué sentido? El director del Reina lo sintetiza explicando sus principales líneas de investigación.

En primer lugar, hay una constante en Applebroog que está ligada con lo íntimo y lo personal como se puede ver muy claramente en Monalisa. Vinculado a esto, la separación entre lo público y lo privado es determinante ya que esta línea entre uno y otro, siempre ha sido normativa. De ahí que tenga piezas como las que están relacionadas con lo escénico, que son “ventanas abiertas donde se está mirando y expiando lo que hay en el interior”, matiza Villel. La artista también tiene claro que es necesario cambiar la forma de gobernanza y el sistema de distribución. Esto es una de las premisas más contundentes del feminismo, que lleva a la práctica a través de los Performance Books (Libros performance, 1977-1982). Una acción que ya estaban haciendo otros creadores por la misma época, y que la motiva a enviar sus libros a una lista de correo a través del sistema postal.

Títeres en el teatro de la vida

Pero si hay un aspecto que sobresale en la obra de Ida Applebroog es su intrínseca crítica social, si bien, elude todo juicio de valor o posicionamiento. “La sociedad enferma, desestructurada y disfuncional que vemos retratada una y otra vez en la obra de la artista, en parte refleja una interpretación distorsionada de la medicina y de la ciencia como fábrica de individuos afectados, medicalizados, y, en definitiva, sumisos”, sostiene Soledad Liaño. Muy propia de estas afirmaciones es la serie Marginalias, cuyo título se rescata para dar nombre a esta exposición. En esta serie se combinan escenas que según la comisaria quebrantan la quimera del denominado american way of life, un modo de vida que anestesiaba a una sociedad crecientemente distópica y disfuncional. Applebroog más que cuestionar se posiciona como observadora que mira tras las cortinas de un teatro que es la vida misma. Su arte es un arte reflejo de lo que somos, como producto de un sistema patógeno.
 

Ida Applebroog | Museo Reina Sofía | StyleFeelFree

Dibujo en Mercy Hospital, 1969 de © Ida Applebroog | Foto: © R.Xo para StyleFeelFree

Ida Applebroog | Museo Reina Sofía | StyleFeelFree

Serie: Cronología de Galileo, 1975 de © Ida Applebroog | Foto: © R.Xo para StyleFeelFree

Ida Applebroog | Museo Reina Sofía | StyleFeelFree

Vista de sala con la instalación: Por favor, no sentarse en esta obra de arte, 2014 de © Ida Applebroog | Foto: © R.Xo para StyleFeelFree

DATOS DE INTERÉS
Título: Ida Applebroog. Marginalias
Artista: Ida Applebroog
Comisariado: Soledad Liaño
Organización: Museo Reina Sofía
Lugar: Museo Reina Sofía (Madrid). Edificio Sabatini. 1ª Planta
Fechas: del 2 de junio de 2021 al 27 de septiembre de 2021
Horarios y tarifas: consultar
Actividades: Recorrido por la exposición comentado por la comisaria, Soledad Liaño, y lectura de textos de Ida Applebroog por la actriz Nuria Mencía. Martes 8 de junio, en dos pases, 17.30 y las 19.00