Rosana G. Alonso

El documental ‘Woman’ busca dar visibilidad a la mujer, creando un mapa que conecta a mujeres de todo el mundo ante los mismos deseos, preocupaciones y luchas

Woman | StyleFeelFree
Imagen de la película Woman | StyleFeelFree

Las mujeres en la actualidad tienen diferentes vidas y motivaciones según el país donde vivan. Pero todas, de diversas formas y en mayor o menor medida, sufren desigualdades por el mero hecho de ser mujeres. Los feminismos, que nunca hasta ahora habían alcanzado tantas voces, a veces se olvidan ponerse de acuerdo en algo esencial. La categorización por género es el mayor lastre que debemos soportar los humanos. Porque esa categorización, precisamente, prioriza el género a lo humano, aplicándole falsas creencias y formalidades sociales que buscan someter a una parte de la población. Dicho lo cual, ¿qué sentido tiene el documental Woman hoy? El sentido fundamental de derribar esas creencias anquilosadas que definen lo femenino barriendo con dogmas. El problema es que, igualmente, se puede caer en el error de generalizar demasiado o querer sintetizar ciertos temas que atañen a las mujeres.

Evitando, precisamente, generalizar, pero al mismo tiempo buscando captar temáticas de interés que repercuten a las mujeres, Woman ha hecho un enorme trabajo de campo. La inconmensurable tarea de reunir a 2000 mujeres de 50 países diferentes. Todo ello, para hablar de temas como el amor, la sexualidad, las relaciones afectivo-sexuales, el cuidado, la maternidad, el poder, la emancipación o la violencia. Difícil tarea, bien sintetizada, que recurre a la foto fija, buscando establecer diferentes retratos. De mujeres luchadoras, trabajadoras, que han sufrido abusos y se enfrentan a ello, que se exponen libremente delante de la cámara con una confianza admirable. Solo por eso, el documental de Anastasia Mikova y Yann Arthus-Bertrand resulta ser un encomiable trabajo de visibilización que expone realidades diferentes, pero conectadas.

Es cierto que llega en un momento en el que habrá espectadores que se pregunten si no se quiere solo rentabilizar el fenómeno del Metoo. No obstante, se evidencia necesario cuando hay muchos sectores que quieren acallar a las mujeres. No se puede silenciar el maltrato derivado de ser mujer, como no se pueden, por otra parte, negar las cifras. Estas apuntan, por ejemplo, a que las mujeres invierten el 90% de sus ingresos en la familia. También que las mujeres constituyen el 70% de las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. O que una de cada 10 mujeres experimenta violencia durante su vida. Ni los datos que muestran una realidad precaria, ni las voces, ni los cuerpos que sobrellevan la responsabilidad de engendrar vida, pueden esconderse o silenciarse. ¿Es eso solo ser mujer? ¿Tan importante es el género? De momento sí, de momento es una cuestión de urgencia.
 

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