Óscar M. Freire

Con ayuda de sus directores, analizamos las claves para entender las películas que podrían alzarse con el cabezón en estos Premios Goya 2021

Premios Goya 2021  | Cortometrajes de Ficción | StyleFeelFree
Imagen de los cortometrajes de ficción nominados a los Premios Goya 2021 | StyleFeelFree

2021 ha sido un año sacudido por la crisis de la COVID-19, en el que los problemas sociales preexistentes se han maximizado. Los breves, y cada vez menos desapercibidos, cortometrajes siempre son los más abiertos a aprehender y plasmar los conflictos de nuestro día a día. Los nominados a los Premios Goya 2021, Lo efímero de Jorge Muriel, A la cara de Javier Marco Rico, 16 de decembro de Álvaro Gago, BEEF de Ingride Santos y Gastos incluidos de Javier Macipe, son una clara evidencia de ello. Su pequeño modelo de producción permite crear piezas más flexibles, arriesgadas y estimulantes que los grandes largometrajes. Por tanto, realizamos un imprescindible recorrido por los nexos que unen estas obras entre sí, además de con el resto de la cinematografía española. Solo de este modo se puede entrever la esencial importancia del cine que viene, y vendrá.

A pesar de compartir la ambición por filmar y señalar las sombras más oscuras de nuestra sociedad, las aproximaciones han sido saludablemente heterogéneas. Dos de ellas, BEEF y 16 de decembro utilizan modelos similares. A través del trabajo de campo, la documentación y la propia experiencia, ambas obras beben directamente de la realidad para expresar una urgencia social. Ambas son abiertamente testimoniales y fundamentan su importancia en la certeza de que bien podrían ser documentales. Y ambas, también, están protagonizadas por mujeres en situaciones de extrema tensión. Elementos y dogmas que exhiben un compromiso militante con el feminismo y la concienciación social.

No obstante, otros cortometrajes mantienen estos compromisos indagando, por el contrario, en las dinámicas sociales menos evidentes. Para ello, hacen uso de encuentros hipotéticos y futuros distópicos en lugar de sucesos verídicos. Tal es el caso de A la cara, Gastos incluidos y Lo efímero. Estos cortos se distancian de la representación fidedigna, cuestionándose lo que podría ser, y lo que subterráneamente ya puede que sea. Son cuentos sin moraleja que invitan a reflexionar sobre el devenir contemporáneo, sirviéndose para ello de un lenguaje más libre. Con la sensación, con la comedia o con la incomodidad, la realidad se cuela disfrazada de ficción. De modo que, finalmente, con independencia de si la aproximación es versista o no, todos los nominados a los Premios Goya 2021 son una fresca mirada, aprehensible y vibrante de la actualidad.

Lo efímero. La chispa con-tacto

En un estilo que recuerda y conecta con la obra de Terrence Malick, Jorge Muriel presenta una conjetura. Dos hombres se rozan las manos en un abarrotado vagón de metro. Del contacto, recuerdan su pasado y viajan hasta el futuro para establecer una reflexión sobre “lo fugaz de la existencia y la necesidad de ser honesto con nosotros mismos” declara el director. Un posible enamoramiento “sublimado por el paso del tiempo y por la mirada idealizada que le dan los personajes ya ancianos”. Un trabajo que, con especial atención en los detalles, transmite la sensorial fisicidad del contacto humano.

Todos estos elementos sirven para denunciar que, tal y como apunta Muriel, “aún nos sigue asustando lo diferente, lo que se sale de la norma”. “A pesar de todos los avances sociales que se han hecho, aún hay mucho por hacer” concluye. Y es que en asuntos LGTBIQ, aunque la chispa se haya prendido, aún quedan estigmas por quemar. En sus propias palabras, “es fundamental seguir hablando de ello, desde diferentes perspectivas, para darle lugar, reflexión y visibilidad”. Y desde luego, Lo efímero cumple con sus propósitos, poniendo el foco en los prejuicios internos menos evidentes.
 

Tráiler de Lo efímero de Jorge Muriel | StyleFeelFree Youtube

A la cara. ¿Incómodo?

“Internet se puede convertir en un mundo donde “odiadores” y odiados se enfrenten a diario sin verse las caras”. Esta afirmación es el germen de toda la reflexión ético-social que Javier Marco Rico realiza en A la cara. Planteando un improbable encuentro entre una famosa presentadora y su “hater” se da la vuelta a la tortilla y se transforma lo virtual en real. Así, ella se presenta en la casa de su verdugo para exigir que se le insulte, como se anticipaba, a la cara. “Hemos querido plasmar lo difícil que es decir esas mismas palabras que se han dicho desde el anonimato cuando tienes que mirar a la persona objeto de tu odio a los ojos”. Todo dicho.

Sin embargo, la película escarba un poco más profundo al rastrear la motivación que puede existir detrás del odio. Los personajes aparentar ser en las redes cosas que no son. Para Marco Rico, el mundo del protagonista “está completamente vacío y en consecuencia intenta cambiarlo entrando en ese otro mundo digital en el que cree que ha encontrado su sitio”. Así, la impunidad digital hace que “se aísle del universo físico que le rodea y sus problemas de autoestima, estrés y soledad aumenten”. Un personaje enternecedor por su vulnerabilidad y repugnante por sus comentarios. Entre la pena y el asco, este desagradable encaramiento nos obliga a meditar sobre la moralidad de las palabras cibernéticas. Sobre la creencia de que la rabia, el odio y la ira parezcan tener consecuencias inocuas en internet.
 

Tráiler de A la cara de Javier Marco Rico | StyleFeelFree Youtube

16 de decembro. Medios y fines

Una de las apuestas más arriesgadas y provocadoras de estos Premios Goya 2021 es sin duda 16 de decembro [16 de diciembre] de Álvaro Gago. Rodada en gallego, la película muestra una brutal violación a una joven jugadora de balonmano por parte de una manada en plena calle. La crudeza de su argumento se une a su puesta en escena para generar un duro impacto. Según su director, para “poner al/ a la espectador/a en una posición muy incómoda: la de cómplice taciturno”. Acompañando a los verdugos durante la planificación, realización y celebración del crimen, se participa, en efecto, involuntariamente en la violación.

“No busco el impacto, sino la reflexión” declara. Por eso, utilizando la provocación, pretende “apelar a la conciencia colectiva de una sociedad contemporánea”. Una sociedad que incorpora este problema estructural, el machismo, a la vida cotidiana también. Y frente a las críticas que puede suscitar su modo de trabajo, su aproximación abyecta, defiende “hay espectadorxs que pueden llegar a sentir falta de empatía, frialdad o incluso poca preocupación por lo que se retrata […] ojalá provoque que se cuestionen sus propias rutinas”. En definitiva, todo se excusa en el admirable objetivo de perseverar en la lucha por la igualdad y la justicia social. En este caso sí, el fin justifica los medios.
 

Tráiler de 16 de decembro de Álvaro Gago | StyleFeelFree Youtube

BEEF. Rebelión en las aulas

Melisa una alumna de cuarto de la ESO se enfrenta a su profesora durante un examen de literatura. Desencantada de los estudios tradicionales, prefiere expresarse a través de la música que de las palabras. Un personaje rebelde, luchador, quizás imprudente, pero que retrata con fidelidad el malestar emocional de las nuevas generaciones. Para crearlo, Ingride Santos, su directora, se basó en “lo que yo sentía en clase cuando era una adolescente, nada ha cambiado durante 20 años”. Porque BEEF, indistintamente de que enseñe los nuevos métodos de protesta, reflexiona sobre la atemporal dialéctica entre adultos y adolescentes.

Además de ser la única directora nominada a los Premios Goya 2021, es la única que trabaja un tema sobre menores. Apelando a los adultos Santos dice “nos hacemos mayores y nos quedamos completamente anestesiados […] las dos generaciones tenemos mucho que aprender y recordar la una de la otra. La revolución de un adolescente es una búsqueda insaciable de definir su ser, a base de errores y pequeñas victorias, pero siempre intentando ser fiel a uno mismo”. Con lo cual, la obra se dirige hacia la comprensión adulta de un nuevo modo de entender la vida. Hacia, no solo la aceptación, sino la reivindicación de un aprendizaje más allá de las aulas y el “darwinismo educativo”. Todos deberíamos seguir los principios de Santos cuando concluye “me niego a tenerle miedo al futuro, me niego a no entender lo que me rodea”. Y con su cortometraje lo demuestra.
 

Tráiler de BEEF de Ingride Santos | StyleFeelFree Youtube

Gastos incluidos. La incomunicación se institucionaliza

Supuestamente alejado de todo realismo, Javier Macipe propone un juego: en un futuro distópico la gente comparte piso pero sin convivir. ¿Cómo es posible? El protagonista, Joaquín, tiene una economía tan precaria que debe compartir casa con un hombre sin dirigirle la palabra ni mirarle a los ojos. Así, desde una perspectiva cómica, con la risa contenida, y un guion ingenioso se critica el problema de la vivienda actual. De hecho, el director declara que “el corto realmente no está tan lejos de la realidad, conozco todo tipo de situaciones cercanas”. Su original argumento proviene de “la anécdota de un amigo que convivió muchos meses con una persona de la cual no recordaba el nombre”. Vaya, esta fabulación no se aleja tanto del día a día como en un principio podía parecer.

En profundidad, Gastos incluidos medita acerca del “sentimiento de soledad, o de separatidad, […] un tema connatural al ser humano”. La comedia es solo la fachada que esconde uno de los problemas inherentes, y no por ello menos contemporáneo, de la sociedad. Pero, mientras que en otras épocas el contacto físico era esencial, ahora las nuevas tecnologías y las grandes ciudades “generan las situaciones de mayor soledad y frustración, porque creo que la comunicación es un problema de calidad y no de cantidad” argumenta Macipe. Una perfecta definición de su corto y una invitación a cuestionar las desventajas de nuestro frenético modo de vida, especialmente —aunque no solo—, el de la vivienda.
 

Tráiler de Gastos incluidos de Javier Macipe | StyleFeelFree Youtube