El CA2M de Madrid presenta una retrospectiva protagonizada por la radicalidad atemporal que define la obra de la chilena Cecilia Vicuña
Hasta hace poco, el trabajo de Cecilia Vicuña (Santiago de Chile, 1948) no se ha considerado parte del arte crítico de los sesenta y ochenta. Tampoco se ha incluido dentro de cualquier relato acerca de las prácticas artísticas que confrontaron la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile. Años en los que la artista vivió y creó en el exilio hasta su regreso a América Latina en 1975. Esta exposición deja ver cómo su obra, ignorada, interrumpía los modelos usados por el régimen para reconocer las prácticas de arte político. A modo de retrospectiva, el Centro de Arte Dos de Mayo y el Kunstinstituut Melly de Róterdam presentan conjuntamente Cecilia Vicuña. Veroír el fracaso iluminado. Una muestra que reúne más de cien trabajos de la que es una de las artistas fundamentales del arte contemporáneo latinoamericano.
Desde hace décadas la artista visual, poeta, escritora y activista, desarrolla un corpus artístico variado y multidisciplinar. Partiendo de la palabra, reconstruye enormes instalaciones vinculadas a la resistencia política y establece diálogos con la cultura indígena y con la justicia ecológica. Se trata de valorar el arte como práctica orientada a resignificar las estructuras sociales y afectivas, y no a colonizar ni dominar. En 2019, el Ministerio de Cultura y Deporte de España concedió a Vicuña el Premio Velázquez de Artes Plásticas. Un homenaje a su trabajo “deudor de un conocimiento milenario actualizado a través de performances, instalaciones, escultura, libros y gestos de la vida cotidiana”.
Arte combativo desde el exilio
Los primeros ensamblajes que Vicuña realizó a mediados de los sesenta constituyen su obra temprana. Se trataban de una recolección de materiales encontrados, colocados a la orilla del mar en un humilde acto de comunicación con la naturaleza. Una forma de reivindicar la delicadeza, lo etéreo y la pequeña escala. Aspectos que definen a estas piezas y cuya fuerza es sistemáticamente ignorada por no responder a las lógicas aceleradas y lucrativas del capitalismo. De un modo igualmente reivindicativo, su obra conecta también con el arte indígena. Prácticas como la del quipu, un ancestral sistema de escritura andino, y otros elementos propios de sus trabajos, activan la memoria de civilizaciones antiguas.
Conmocionada por el golpe de estado de Pinochet en 1973, la obra de Cecilia Vicuña adopta un carácter de agitación y luto. Tal y como concluyó la propia artista, “la muerte de Allende señala el fin de mi vida como pintora”. Así lo reflejan piezas como su instalación La ruca abstracta, presentada un año más tarde en un festival organizado por Artists For Democracy en Londres. Grupo que fundó a modo de respuesta política en apoyo a la lucha chilena junto con otros creadores y activistas desde la capital británica. A esta ciudad se había trasladado en 1972 gracias a una beca para estudiar pintura. El arte de Vicuña se entiende como un instrumento de lucha contra el terror de las dictaduras, del imperialismo y del colonialismo. ¡Chile saluda a Vietnam! —uno de sus más importantes trabajos— o su serie Palabrarmas son un claro ejemplo de ello.
Título: Cecilia Vicuña. Veroír el fracaso iluminado
Artista: Cecilia Vicuña
Comisariado: Miguel A. López
Organización: Centro de Arte Dos de Mayo y Kunstinstituut Melly, Róterdam
Lugar: CA2M, Móstoles (Madrid)
Fechas: 20 de febrero al 11 de julio de 2021
Horarios y tarifas: consultar
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