Rosana G. Alonso
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Como si quisiera deshacer todo para volver a hacer, a empezar, el artista Antonio Ballester Moreno en la exposición ‘¡Vivan los campos libres de España!’ inicia, consciente, una marcha hacia atrás que llega a lo mínimo esencial, sin necesidad de evidenciar lo singular

Antonio Ballester Moreno | StyleFeelFree
Obra: «Sol» (2016) de © Antonio Ballester Moreno, cortesía de La Casa Encendida | StyleFeelFree

Enormes lienzos en los que destacan contundentes figuras geométricas absorben las paredes de la Casa Encendida en la exposición ¡Vivan los campos libres de España!  de Antonio Ballester Moreno. La muestra amplía el significado extraído de un relato que recoge el escultor Alberto Sánchez en el libro Palabras de un escultor. En él cuenta que en una excursión por los alrededores de Madrid junto a Benjamín Palencia, mientras disfrutaban de la naturaleza se encontraron con un objeto (un deslucido y estropeado zapato de mujer) que rompió la imagen del paisaje. En este contexto fue precisamente cuando salió a relucir la frase que da título a la exposición. Asimilado este arranque que sitúa la muestra, ¡Vivan los campos libres de España!  parece encerrar, en la trama expositiva, diversas dialécticas que solo pueden entenderse en el conjunto de la obra de Ballester Moreno, no de forma aislada. El salto cuantioso que ha dado desde sus pinturas de aspecto folclórico y humanizadas, cercanas cromáticamente a un joven Josep Guinovart a finales de los cuarenta, en las que el madrileño ya reivindicaba conscientemente un acercamiento hacia un primitivismo ideológico de sesgo bruto  y marginal, no deja de ser circunstancial. Cada etapa explica convenientemente la siguiente o en este caso, la precedente. Articula asimismo una orientación que se radicaliza ineluctablemente cuando hay una revolución interna materializada a través de la pintura, medio en el que se volcó después de iniciarse en el vídeo y la fotografía, como una forma también de recuperar un arte en el que el discurso parecía estar agotado. Como un modo de revelarse, de ser un anti-moderno sin temer caer, aquí, en la repetición. Formas geométricas puras. Triángulos. Círculos. Rectángulos. Manchas de color diluidas en agua, semi-transparentes, que reclaman la nada, un no soy, no quiero ser, en un mundo-todo que da presencia al otro, en este caso, el lienzo. Un mundo repleto, asfixiado que deja paso también a piezas escultóricas que tampoco quieren individualizarse, destacar.

Las referencias que se pueden extraer son tan evidentes y llamativas que enumerar a Miró o Klee, o una retahíla de abstractos geométricos, casi resulta superficial. Campano con sus cuadros de puntos de 20×30 en la instalación que ocupó la galería Maior de Palma o Carlos Pascual con su obra objetual en madera, más cercanos en el tiempo, tampoco parecen tener nada en común, salvo ciertos parentescos únicamente formales. Ballester Moreno va más allá de lo representativo entendiendo su trabajo como una experiencia cercana a lo artesanal, que busca, por otra parte, su utilidad en el espacio. Su dialéctica transfronteriza opera en un ámbito expositivo que transforma en un universo telúrico y propio donde no siendo, es. Y a una magnitud arrolladora que evidencia la necesidad de salirse de un dominio delimitado por muros blancos. Devora el espacio, un espacio que ha dejado de pertenecerle, que no parece reivindicar, que no quiere poseer. Un espacio abocado a la nada que reclama modelos más habitables, más empáticos e imperfectos, de ahí que su huella sea perceptible. Todo parece indicar que tras esta muestra ha concluido una etapa. Regresa al génesis. El objeto abstracto ha quedado reducido a su expresión más mínima y al mismo tiempo, maximalista, para hacer de lo mínimo un gesto heroico en sociedades hipercapitalizadas, hipertrofiadas. La exposición Recto, rectangular, grande  en galería Maisterravalbuena, ya había preparado el terreno. Después de esto tendrá que cambiar de formato o volver nuevamente a empezar partiendo de la nada, una nada esencial y repleta de ideología que esconde tantas intenciones como tan pocas evidencias formales. Necesariamente. El círculo se cierra. Se ha abierto un camino hacia el ciclo natural de las cosas.
 
Antonio Ballester Moreno | StyleFeelFree

Vista de sala de la exposición ¡Vivan los campos libres de España! de Antonio Ballester Moreno | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree

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Vista de sala de la exposición ¡Vivan los campos libres de España! de Antonio Ballester Moreno | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree

DATOS DE INTERÉS
Título: ¡Vivan los campos libres de España!
Artista: Antonio Ballester Moreno
Comisariado: Tania Pardo
Lugar: La Casa Encendida
Fechas: 3 de febrero de 2017 – 23 de abril de 2017
Entrada: acceso libre