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Las imágenes icónicas del fotógrafo Stephen Shore pueden verse, a partir de mañana, en la sala Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre
Mañana se inaugura la exposición retrospectiva sobre el trabajo de Stephen Shore. Cerca de 300 obras representativas de su práctica fotográfica organizada en series. Desde los trabajos más experimentales en los años sesenta —influencias de su incursión en la Factory de Andy Warhol— hasta la actualidad, la muestra es uno de los más interesantes recorridos artísticos que podrán verse en Madrid en la temporada otoñal. Visitar la exposición retrospectiva de Stephen Shore —que hasta el 23 de noviembre podrá verse en la Sala Bárbara de Braganza de Fundación Mapfre— es adentrarse en un itinerario por estéticas desnudas, sin artificios. Y sin embargo la muestra resulta de una belleza inaudita, neutral y extraordinariamente contemporánea. De hecho el atractivo que a día de hoy suscitan sus imágenes de la década de los 70s, las series Uncommon Places o American Surfaces, es justamente por esa falta de pretensión intencional que se premia en sobrevalorar la escena a fotografiar. Stephen Shore evita precisamente esa técnica estilística que se afana en retratar tendencias. De ahí que resulten tan interesantes y cercanas, a pesar de la lejanía en el tiempo, sus primeras tomas. Por su autenticidad. Esa huida acelerada de modas le obliga además a buscar la toma perfecta. Le gusta la técnica. Algo que es evidente cuando en su intención de explicar a los medios el común denominador de toda su obra, su aclaración no deja lugar a dudas, lo que le gusta de la fotografía es el medio. Del 35mm a los grandes formatos 4×5 y 8×10 para volver al 35mm con las prestaciones de la fotografía digital actual. Del blanco y negro —en los 60s— al color, para seguir nuevamente con el el b&n en los 90s y retomar el color en el nuevo siglo.
Su incursión fotográfica sigue siendo a día de hoy una búsqueda constante que queda latente en los cuantiosos saltos, llenos de contrastes, que se manifiestan de forma evidente en el cambio de paradigma que supone pasar de sus icónicas imágenes de los 70’s, en color, a las instantáneas en blanco y negro de yacimientos arqueológicos en Israel, en la década de los noventa. «No quiero seguir planteándome siempre las mismas cuestiones sino que trato de trazar nuevos desafíos» sentencia con una locuacidad vívida síntoma de su vitalidad tanto artística como intrínseca a su persona. Un temperamento que queda latente en esta muestra tan ambiciosa compuesta de 250 fotografías que suponen un recorrido por todo su trabajo, hasta el de más reciente producción. Todas estas vueltas, idas y venidas, sólo podían tener una forma de materialización en la sala donde ahora se acoge. Marta Dahó, comisaria de la exposición, al respecto aclara que el objetivo que se ha marcado ha sido «dar a conocer su obra en su máxima complejidad». Y para ello la opción más adecuada resultó ser la de establecer una dirección cronológica que mantiene la secuencialización de su obra «no por imponer rigidez sino para permitir al público tener una visión cronológica de su pensamiento». Una forma que permite acercarse en profundidad —supone esta exposición la primera retrospectiva completa del artista— a la figura de uno de los artistas más significativos en el campo de la fotografía de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos de XXI.
Para conocer mejor su trabajo cabe también destacar el excelente catálogo que con motivo de la exposición se ha editado y que ha sido traducido a 5 idiomas por el interés que ha suscitado fuera de la comunidad de Madrid, contando con el interés de otras editoriales internacionales. Así mismo, la exposición también viajará posteriormente a Francia Les Recontres d’Arles; Berlín C/O; Italia —Centro italiano per la Fotografia de Turín— y Ámsterdam Huis Marseille.