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Basado en una historia real, ‘El falsificador de pasaportes’ de Maggie Peren es una emocionante y vitalista obra acerca de la identidad en tiempos de la Alemania nazi
Berlín, 1942. Cioma es un joven judío que recorre las calles con desparpajo mientras trata de ocultar su verdadera identidad mediante la falsificación de documentos. A su vez, un oficial descubre este talento natural de forma abrupta y en vez de denunciar al joven, lo adentra en un peligroso sistema que trata de ayudar a personas para huir de Alemania. Con este argumento Maggie Peren presenta una historia que, a pesar de tener la guerra como un telón de fondo constante, tiene como objetivo presentar una visión humanista de las relaciones entre las personas, sin banderas ni ideologías. Quizá las expectativas lógicas en cuanto a la acción que debe plasmar una obra de esta índole pueden no verse correspondidas. Aun así, este aspecto debería considerarse como una baza a favor ya que el acercamiento al protagonista se logra gracias a una puesta en escena más próxima a un drama psicológico.
El factor de que esta historia sea un caso real le añade un dramatismo esencial al relato. Además, el valor que le aporta la cotidianidad de la sociedad alemana de aquella época también es uno de los focos más llamativos de la película. Aunque el drama social de esta realidad sea uno de los aspectos más importantes, la obra cuenta con un tono de cierta ligereza, como se puede vislumbrar en la banda sonora, que refuerza la empatía hacia sus personajes. La despreocupación de un joven que se siente seguro de tener toda la vida por delante choca frontalmente con la desoladora realidad que le rodea. Es por ello que la subtrama romántica sea quizá la gran joya de esta obra ya que toda esta mezcla de tonos se refleja en esta relación aportando una melancolía que, a buen seguro, buscaba su directora.
El actor protagonista, Louis Hoffman, conocido mundialmente por la serie Dark, puede considerarse como una grata sorpresa en la cinta. Pese a que la construcción de su personaje este muy bien hilada desde el guion, el carisma que desprende el actor teutón además de empatizar con el personaje logra que se le presuponga una gran carrera. Esto mismo se vislumbra en la directora, Maggie Peren, que consigue que El falsificador de pasaportes sea una emocionante y original película, algo difícil de considerar debido al contexto que expone. Miles son las obras artísticas que hacen referencia al holocausto y a esos temidos años cuarenta. Sin embargo, hay un alegato más personalista en el subtexto que nos traslada hacia una plena sensación de realismo. No se trata de averiguar el porqué de las decisiones de un conjunto. A veces, al igual que hace Cioma, no hay que pensar demasiado y elegir la vitalidad.