D. Díaz

Con una dirección que alterna entre un tono contemplativo y la construcción dramática, ‘Nostalgia’ nos propone un viaje a través de los oscuros callejones de Nápoles en busca de la identidad cultural italiana

Nostalgia | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Nostalgia | StyleFeelFree. SFF magazine

Cargada de denuncia política implícita en sus secuencias situadas al pie de los callejones de Nápoles, Nostalgia retrata una dimensión muy cercana al crimen organizado. La trama, que transcurre en un barrio controlado por la Camorra, se presta a un tratamiento de la acción muy similar al del neorrealismo italiano. Como tónica dominante, perdura un tono naturalista, marcado por un afán por la tragedia y un montaje sobrio, desnudo de florituras técnicas. En este sentido, la película transpira una identidad cultural muy sólida, abordando temas secundarios como el incierto futuro de la juventud. Más allá del aspecto estético, Nostalgia se centra en el amor por la patria propio de un hombre —su protagonista— que se vio obligado a emigrar. Después de 40 años huyendo del pasado, Felice regresa a Nápoles para echarle un vistazo a la vida que tanto le costó dejar atrás.

Durante su estancia, va creciendo en él un deseo interno de justificar su huida y, de algún modo, encontrar así un concilio consigo mismo. De este modo, Felice va, poco a poco, desenterrando un secreto escondido entre los oscuros callejones de su tierra. Allá por donde pasa, las ventanas se abren de par en par. A través de ellas, los vecinos observan con tensión su periplo, repleto de amenazas familiares. Partiendo de esta premisa, la evolución del héroe pasa, inevitablemente, por enfrentarse a aquello que le impulsó a marcharse. En el centro de esta cuestión se encuentra Oreste Spasiano, un antiguo amigo de Felice, ahora convertido en capo de la Camorra. Después de varias idas y venidas entre ambos personajes, la trama concluye con un final desprovisto de todo ese concilio que Felice busca.

El último acto empieza con una falsa impresión de que todo parece quedar resuelto entre los dos amigos. Por desgracia, existen varios indicios de que esta paz no durará demasiado. Al igual que sucede en El Padrino, las naranjas que va a comprar Felice, barruntan un futuro trágico. A raíz de este paralelismo, tan respetuoso como atrevido, Nostalgia vuelve a declarar abiertamente sus influencias audiovisuales. Sin embargo, este recurso no es suficiente para mantener la atención de un tercer acto al que le cuesta concluir. Independientemente de esto, la fotografía establece una similitud entre la luz y el estado anímico de los personajes. Las escenas en clave oscura se identifican con la tragedia, mientras que los exteriores soleados irradian un tono desenfrenado y contemplativo. Por encima de su puesta en escena, Nostalgia constituye un homenaje a la identidad cultural italiana, enmarcada en un contexto de denuncia política.
 

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