D. Díaz

Como si de una torre de Babel se tratase, Avelina Prat presenta en ‘Vasil’ un mosaico multi cultural en el que la incomunicación es la tónica dominante de la narrativa

Vasil | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Vasil | StyleFeelFree. SFF magazine

La figura del extranjero que viene a poner paz en tierra ajena es un tema muy presente en la literatura clásica. Si adaptásemos este argumento a un formato más cotidiano, situándolo en la España actual, obtendríamos un relato similar al de Vasil, la película de Avelina Prat. En este caso, el sujeto que da pie a la resolución del conflicto principal es un inmigrante búlgaro. Esta coyuntura sirve, a su vez, para desarrollar una subtrama relacionada con la inmigración como condición sociopolítica. Sin embargo, este no deja de ser un tema secundario en la obra. En esencia, el personaje de Vasil cumple con el papel del intermediario que llega para poner fin a una guerra paterno filial.

Pese a ser la línea argumental más importante, la incomunicación entre Alfredo y su hija aporta una carga dramática relativa. Debido a esto, el guion introduce tramas paralelas que enriquecen el relato. No obstante, debido a la falta de cohesión entre líneas argumentales, da la sensación de que no existe un rumbo fijo en la narración. Como comedia, funciona mejor por su diálogo que por su puesta en escena. Aun así, logra salir airosa debido a la química que se genera entre sus personajes. Más allá de las interpretaciones, los entornos donde transcurre la acción denotan un gusto por lo costumbrista, dejando de lado las situaciones grandilocuentes o descabelladas. Gracias a estas decisiones, se logra transmitir una veracidad propia de una historia en la que los protagonistas son gente de a pie, con dilemas semejantes a los del espectador medio.

Vasil es ese extranjero que, sin buscarlo, llega para imponer un concilio en el entorno de Alfredo. Respecto al papel de este, parece como si Avelina Prat lo hubiese escrito con Karra Elejalde en mente. Tanto Karra como Ivan Barnev forman una pareja tan dinámica que logra remediar el completo estancamiento de la acción. Sin embargo, la película no puede evitar caer en esos tiempos muertos que perjudican al ritmo del montaje. Pese a ser breve, existe un arco evolutivo en los protagonistas, aunque quizás no se manifiesta en su máxima expresión. Quizás falta algo de profundidad en el desarrollo de los personajes. Dejando esto de lado, Vasil es un visionado con un tono sincero, una visión abierta respecto a las relaciones interculturales y un humor para todos los públicos.
 

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