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‘La leyenda del Rey Cangrejo’ es una poética aventura que asombra por su valiente homenaje a la tradición oral y convence por su potente estilo cinematográfico
Un rostro, una palabra, un beso, una broma, una mentira, todos estos elementos son capaces de expresar una historia, o dos, en este caso. Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, los directores de La leyenda del Rey Cangrejo, bien saben que el cine es el arte más capaz de aglutinar todo esto, y tratan de demostrarlo. La película comienza en clave documental, en la actualidad, con los ancianos lugareños de un pueblo de Italia contándose la historia de Luciano, que gracias a la tradición oral se ha ido agigantando hasta llegar a esta cinta. Mediante una impresionante dirección de fotografía que se inspira en el arte pictórico, los rostros de estos ancianos invitan al espectador a atender al relato con la atención que se le presta al recuerdo de un abuelo. Pese a ello, esta narración es interrumpida por los directores que advierten del comienzo de un primer capítulo.
Así es como Luciano comienza su historia, malviviendo por las calles de su pequeño pueblo rural, borracho y cabreado con un estirado príncipe por el cierre del sendero utilizado por los pastores de la zona. Aun así, no todo es negativo para él ya que tiene el amor de la chica más hermosa del pueblo. Por todo esto, se ha ganado varios enemigos. Por lo tanto, tras una desafortunada tragedia es enviado al exilio, hacia la Tierra del Fuego. “Nos pasamos la vida tratando de agarrar una ilusión, pero en el fondo sabemos que no somos nada”. Con esta dureza, enuncia Luciano el comienzo del segundo capítulo. Sin amor ni ideales, encuentra consuelo en la búsqueda de un antiguo tesoro. De esta manera, la película funciona como una aventura en forma y fondo. En ella, cualquier indicio de veracidad es sustituido por un extravagante western marino.
A pesar de sus diferencias, en ambos capítulos está la necesidad de encontrar un lugar dentro de la sociedad para luchar. Y aunque la película se toma más de la mitad del metraje en mostrar sus verdaderas intenciones, cuando estas son rebeladas, deja una sensación de vacío tan grande, que el dolor del protagonista puede llegar a ser comprendido. Quizá ese sea el mayor motivo por el que contar una historia, el compartir un sentimiento con los demás, aunque sea negativo. Así pues, si algo deja en claro La leyenda del Rey Cangrejo, además de su inestimable valor cinematográfico, es que una historia no tiene por qué ser completamente real para ser verdadera.