La obra de Ilse Bing, captada por su inseparable Leica, se instala en la Fundación MAPFRE de Madrid mostrando un recorrido completo por la trayectoria de la artista alemana
Las fotografías de Ilse Bing (Fráncfort, 1899 – Nueva York, 1998) denotan una vida en movimiento que se adaptó a las realidades cambiantes que le tocaron vivir. Su recorrido vital la llevó de Fráncfort a París y de París a Nueva York. Experimentó con la imagen buscando, incansable, nuevos ángulos y diferentes temáticas. Todo ello se refleja en la completa exposición que alberga la Fundación MAPFRE de Madrid. Un itinerario que engloba desde sus primeros pasos en la fotografía, en 1929, hasta los últimos en la década de 1950. Esta exposición, la primera de la artista en España, está compuesta por 190 instantáneas junto a material documental. El amplio número de obras que recoge se estructura en diez secciones distribuidas cronológicamente. De este modo, podemos tener una visión lineal y global de su evolución en el campo de la fotografía.
El trayecto creativo de Ilse Bing, aunque fue influenciado por multitud de factores, no puede adscribirse a ninguna corriente concreta. Si bien estuvo inspirada, inevitablemente, por los movimientos artísticos que calaban en las distintas etapas y lugares en los que vivió. Así, la Bauhaus tuvo una gran repercusión en sus trabajos. Fráncfort, la ciudad de nacimiento de la artista, se convirtió a partir de 1910 en prototipo del urbanismo moderno gracias al arquitecto Ernst May. De igual modo, impactaron en su obra la visión de László Moholy-Nagy centrada en la unión de la arquitectura y la fotografía. También, a su llegada a París en 1930, el surrealismo ejerció influencia en sus creaciones. Por otro lado, y a pesar de su fascinación por la abstracción y las composiciones puras, el movimiento fue otro de los aspectos que más marcaron sus trabajos.
Amigos e influencias
Ilse Bing contó con muchos amigos que la apoyaron o la ayudaron a ampliar sus conocimientos. Uno de ellos fue el arquitecto holandés Mart Stam que junto a El Lissitzky colaboró en la difusión del constructivismo. Otra relación que le abriría nuevos territorios de desarrollo en la fotografía fue es la de Daisy Fellowes, editora de la versión francesa de la revista Harper’s Bazaar. A raíz de su amistad en 1933, Bing comenzaría a colaborar en la revista. Esta colaboración la lleva a fotografiar sombreros y guantes con encuadres recortados que hacen relucir las texturas haciendo al objeto más sensual y atractivo. Las teorías surrealistas sobre el fetichismo tienen mucho ver en esta perspectiva. Estos trabajos, en conjunto con la diseñadora Elsa Schiaparelli, contribuyeron a expandir su imaginario. En este caso, en el campo del surrealismo. Para la diseñadora de moda italiana, en 1934, también llevaría a cabo algunos proyectos fotografiando perfumes.
La pasión que Ilse Bing sentía por el movimiento y lo dinámico queda también patente en sus fotografías. Lo vemos en su serie sobre el Moulin Rouge y sus alrededores, así como en las investigaciones que hizo sobre la danza. Las instantáneas que realizó sobre la danza vienen motivadas, además, por su deseo de mostrar la expresividad en planos cercanos. Esto se aprecia en las fotografías que captó del ballet L’Errante y del bailarín Gerard Willem van Loon, hijo de su amigo el escritor Hendrik Willen van Loon. A este último lo conocería en su llegada a París y sería el responsable de introducir su trabajo en la ciudad de Nueva York. Asimismo, gracias a la invitación del escritor tuvo la oportunidad de conocer los Países Bajos y plasmar en sus fotografías diversos momentos de la vida cotidiana en ciudades como Veere y Ámsterdam.
Las huellas de Fráncfort, París y Nueva York en la obra de Ilse Bing
Tres ciudades marcaron la trayectoria artística de Ilse Bing. La primera de ellas fue Fráncfort, la segunda París a donde la fotógrafa se mudó para continuar su carrera, y finalmente Nueva York a donde se trasladó como exiliada en 1941. En su etapa en Fráncfort, al principio de su carrera, bebería de las teorías de la Bauhaus. Más adelante, en 1930, en París, compaginaría su labor fotoperiodística con un trabajo más personal. Poco a poco, Bing fue integrándose en los círculos artísticos parisinos. Al mismo tiempo, descubriría la obra de compañeros de profesión como Germaine Krull, Florence Henri, Berenice Abbott, Dora Maar o Man Ray, entre otros.
En la capital francesa junto a las imágenes de fachadas y edificios destartalados, se centraría en capturar una de sus obras más icónicas, la Torre Eiffel. Al igual que hiciera László Moholy-Nagy, en 1925, esta construcción, creada para la Exposición Universal de 1889, sería uno de los blancos de su cámara. No obstante, Bing no solo enfocaría sus formas, como hiciera Moholy-Nagy, sino que también fotografiaría sus alrededores desde distintas alturas de su interior.
A su vez, la ciudad de Nueva York también tendría un papel importante en su itinerario profesional. Su primera visita a Estados Unidos fue en 1936. En este momento encontró una ciudad fría llena de contrastes. Por un lado, las enormes arquitecturas neoyorkinas, y por otro, la situación de los más desarraigados. La segunda vez que pisaría suelo estadounidense sería en 1941 huyendo de una Francia ocupada por los nazis después de haber pasado cerca de un año en distintos campos de concentración. Estos acontecimientos harían mella en su obra donde se observa aislamiento, fondos oscuros, ramas de árboles desnudas o paisajes nevados y sin alma.
DATOS DE INTERÉS DE LA EXPOSICIÓN
Título: Ilse BingArtista: Ilse Bing
Comisariado: Juan Vicente Aliaga
Lugar: Fundación MAPFRE. Sala Recoletos. Paseo de Recoletos, 23. Madrid
Fechas: hasta el 8 de enero de 2023
Compra de entradas: consultar
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