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En su primer largometraje, ‘Mass’, Fran Kranz habla de la culpa y el perdón, recurriendo a un tema tan poco representado como es el de los tiroteos en institutos
La culpa y la ira son esos dos sentimientos que hacen a cada uno lo que es. Sobre esta propuesta se sustenta Mass, el debut en la dirección de largometrajes del actor estadounidense Fran Kranz. Escrita también por él, la trama gira en torno a dos matrimonios. Son los compuestos por Gail y Jay, por un lado; y por Richard y Linda, en el otro. Ambos se reúnen en una pequeña iglesia años después del asesinato de varios alumnos de instituto en manos del hijo de una de las parejas. La otra afronta la muerte de su hijo tras el fatal suceso. Ahora, están preparados para hablar frente a frente e intentar seguir adelante con sus vidas. Todo gira alrededor de estos diálogos. Mediante estos, los cuatro sacan a la luz las emociones. Así, con cada silencio, con cada monólogo, transmiten la presión a la que están sometidos.
Al situarse en una sola localización, Mass puede parecer muy fría en su puesta en escena. Esta luce más como una obra teatral que como película en sí. Pero esto resulta estar a su favor. De esta manera, el plano – contraplano favorece la interacción de los protagonistas con los espectadores, que transmiten su mensaje directamente. Visto así, el realizador juega el papel de un arquitecto de la imagen. A través de este concepto, aprovecha cada ventana, cada rincón de la habitación, para mostrar acciones. A su vez, estas llevan a la división, que separa a ambos matrimonios, para lo cual se usa el eje. Por medio de esta línea invisible se muestra la separación entre ambos. La película se recrea en esto todo el tiempo. Y a medida que avanza, el formato se cierra cuando se abren los personajes. Según muestran su desasosiego, más presión tienen encima.
Con un guion bien estructurado y directo, el peso de Mass recae en sus actores que, con metódicas interpretaciones, dotan de realismo a sus personajes. Ya sea desde el rencor que guarda Gail contra el otro matrimonio, o la culpa que atormenta a Linda por lo sucedido. El conjunto de estas agitaciones emocionales busca recalcar la razón por la que los seres humanos son como son. Además, al tocar un tema tan delicado como los tiroteos en institutos, representa al resto de víctimas. Por una parte están los padres de los fallecidos, que viven con la ira en el interior. Por la otra, están los padres del que perpetró el ataque, que conviven con la culpa y el odio de quienes les rodean. Desde el respeto, Kranz consigue relatar de forma realista un tema nada fácil ofreciendo una de las mejores películas del año.