Con la exposición ‘La máscara nunca miente’ el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona hace un repaso por el simbolismo cambiante de la máscara en el último siglo y medio

Jahel Guerra y Lorena Álvarez | La máscara nunca miente | StyleFeelFree
Colectivo Las Migras de Abya Yala, 2020 de © Jahel Guerra y Lorena Álvarez | StyleFeelFree

Para abordar los usos políticos de la máscara en la modernidad el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona propone la exposición La máscara nunca miente. En ella, aborda las políticas de control sobre el rostro, las resistencias culturales a la identificación y la defensa del anonimato haciendo un repaso de su simbolismo durante el último siglo y medio. De esta manera, observamos como la máscara es desacralizada, infiltrándose dentro de la política al servicio del poder o como construcción identitaria y lucha social.

Con el propósito de contextualizar estas políticas esta muestra despliega una selección documental y recursos audiovisuales que permiten entender la polisemia de la máscara. A su vez, permite reconocer la singularidad de los diferentes contextos en los que la ocultación del rostro ha adoptado un cariz político. Lo vemos, por ejemplo, en los luchadores mexicanos. Estos constituyen toda una fuerza social sin rostro cuyas raíces se remontan a la cultura azteca y sus guerreros enmascarados. Son justicieros, como Superbarrio Gómez o el Subcomandante Marcos. Figuras heroicas del pueblo que expresan las tensiones entre rostro, identidad y máscara.

El recorrido propuesto expone piezas de artistas como Lavinia Schulz, Leonora Carrington, Kati Horna, David Lloyd y Lourdes Grobet, entre otros. Autores que conviven con obras creadas especialmente para la muestra. Algunos de los nombres que amplían el discurso con nuevas aportaciones son Nico Roig, José Lázaro, Fernando González Viñas, Domestic Data Streamers, Beatriz Sánchez y Gitano del Futuro. Además, completa la exposición un programa de debates, audiovisuales, y actividades educativas y familiares.

La máscara, un arma política

El sentido de la máscara evoluciona hoy en día y se convierte en arma política. Se transforma en un emblema de la infiltración de la cultura popular en la historia e instrumento para un reencantamiento del mundo. Esta iniciativa también contempla las estrategias de terror o la forma que tienen los malos, los héroes y los disidentes de mostrarla como símbolo identitario. Desde el Ku Klux Klan, que basaba su estrategia de terror en sus atavíos de confección doméstica y de inspiración carnavalesca, hasta Pussy Riot, que provocaron una revolución punk tan necesaria. Se extiende así un repertorio heterogéneo de rostros enmascarados con una identidad y unos fenómenos que definen nuestro presente.

Por otra parte, frente a la exigencia de una identidad, han surgido resistencias políticas y culturales. Así lo ilustra Guy Fawkes, miembro de la Conspiración de la Pólvora de 1605. De su imagen surgió el gran símbolo plástico del movimiento Anonymous, tras su previa conversión en héroe. También el Colegio Invisible que, a comienzos del siglo XVII, anunció la existencia de células “invisibles” en varios lugares de Europa, creando una idea de falta de mando. En su obra Los invisibles, sugeriría un activismo contra el control social a través de diferentes estrategias de guerrilla de la comunicación.

Del pasado al presente de las máscaras

Retrotrayéndonos a su origen, la máscara es un objeto mágico que nos conecta con la parte más pulsional de nuestra identidad. Y así, La máscara nunca miente nos recibe con un enigma de 9.000 años que nos contempla desde los ojos de las máscaras neolíticas. Un rastro de culto a los antepasados surgido cuando los primeros asentamientos agrícolas fundaban la civilización. Buscando en el pasado, se advierte algo de poder secreto y transformador de la máscara ritual en nuestro presente pandémico y enmascarado. Un presente que no puede entenderse sin máscaras y enmascarados. La Covid-19 nos deja imágenes de las ubicuas mascarillas muy similares a las que han quedado de anteriores epidemias de peste, cólera o gripe española.

La máscara también es el origen de otros fenómenos, como las fake news. A finales del siglo XIX, Léo Taxil —seudónimo del escritor Marie Joseph Gabriel Antoine Jogand-Pagé— publicó una gran cantidad de libros con documentos y testimonios falsos. De esta forma, inventó una historia secreta de la masonería asociada a cultos oscuros y diabólicos. El caso Taxil es un ejemplo pionero del fenómeno de las fake news, capaces de sobrevivir a su propia desarticulación. Además de estos fenómenos, esta muestra no solo descubre rostros semiocultos, sino también realidades que se han colocado bocabajo. Hoy, el rostro enmascarado, tradicionalmente asociado al peligro, la clandestinidad y el secreto, identifica al miembro solidario de una comunidad que se reconoce vulnerable. Por el contra, es el rostro desnudo el que perturba y genera inquietud.
 

DATOS DE INTERÉS DE LA EXPOSICIÓN

Título: La máscara nunca miente
Artista: Félicien Rops, Lavinia Schulz, Leonora Carrington, Kati Horna, Marcel Janco, David Lloyd, Lourdes Grobet, Nico Roig, Martí Riera y Onliyú, José Lázaro, Joaquín Santiago, Fernando González Viñas, Dostopos, May Pulgarín (Tropidelia), Las Migras de Abya Yala (Jahel Guerra Roa y Lorena Álvarez Chávez), Domestic Data Streamers, Antoni Hervàs, Beatriz Sánche, Gitano del Futuro…
Comisariado: Servando Rocha, Jordi Costa
Lugar: CCCB, Barcelona
Fechas: del 15 de diciembre de 2021 al 1 de mayo de 2022
Horarios y tarifas: consultar