Rosana G. Alonso
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Con el documental ‘El chico más bello del mundo’ Kristina Lindström y Kristian Petri vuelven a hacer una instantánea, más real, de Björn Andrésen, el actor protagonista de ‘Muerte en Venecia’

El chico más bello del mundo | StyleFeelFree
Imagen de la película El chico más bello del mundo | StyleFeelFree

Con el estreno en 1971 de Muerte en Venecia, de Luchino Visconti, se creó el mito de la belleza masculina. Estaba reencarnada en un niño adolescente de 15 años. El sueco Björn Andrésen se convirtió en un símbolo sexual de la noche a la mañana cuando el reputado cineasta italiano posó sus ojos sobre él. Estaba buscando protagonista para la adaptación cinematográfica de la novela de Thomas Mann. Y lo encontró en un niño huérfano de expresión triste y enigmática que se convirtió en una sensación internacional. Pero su rastro se perdió más tarde cuando, tras ser una celebridad en Japón, cayó en el olvido.

Cincuenta años después del estreno de la icónica película, los directores Kristina Lindström y Kristian Petri van al encuentro del chico más bello del mundo, según lo presentó el propio Visconti a la prensa. Los realizadores suecos, con este proyecto, podrían haber hurgado en las heridas de un destino de signo fatídico, de regalos envenenados y acontecimientos traumáticos e inesperados. Podrían haber utilizado la película para hacer una denuncia abierta al abuso de poder en la industria del cine. Pero han optado por escribir, entre líneas, una historia que se acerca al personaje sin intromisión, con una cámara que se gana poco a poco la complicidad de un hombre envejecido por la vida. Y al mismo tiempo, floreciendo a una versión de sí mismo que abandona el yo para encontrarse cara a cara con los otros. Una hija con la que se ha reconciliado y una novia que le pide que se abra más.

El chico más bello del mundo es en la actualidad un hombre que supera los sesenta años, de apariencia débil, que recuerda su pasado buscando reconciliarse con él. En una película de hora y media de duración se abarca más de lo que en principio podíamos esperar. Recurriendo a imágenes de archivo, videos caseros y una mirada íntima hacia la persona que es Andrésen actualmente, el dúo al frente de este documental consigue captar la vulnerabilidad humana. Más allá del éxito fatuo, de la belleza ya marchitada y de la vida dando tumbos después de la luz cegadora del estrellato que trastornó todo, ahora hay una segunda oportunidad para poner orden. Es esta película que lo mira a los ojos pidiendo permiso y alejándose de una imagen divina. Es la instantánea vital de un hombre que ha dejado el paraíso, o el infierno, para poner los pies en el suelo.