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Júlia de Paz Solvas se atreve a mostrar en ‘Ama‘ la oscuridad de ‘The Florida Proyect‘ sin renunciar a la espontaneidad de la niñez
A través de un ritmo de pulsiones lentas y profundas como puñaladas, madre e hija se enfrentan a una solitaria travesía. Es el debut triunfal de Júlia de Paz Solvas con Ama, un retrato rabioso de la supervivencia femenina en las hostiles calles de una ciudad vacacional. Este se revela como un ciclo sin fin de situaciones que las envían una y otra vez a la casilla de salida. La protagonista, Pepa, se ve fuera de su casa con las zapatillas puestas y su hija debajo del brazo. El largometraje no empieza con medias tintas, sacude la vida de la pareja con cierta violencia para hacer un crudo escáner social. Resulta desagradable, pero no de una forma visual obvia, sino por defender su discurso sin tapujos. La directora prefiere no ornamentar innecesariamente su historia. De esta forma, la estética cercana, agobiante y personal se convierte en una consecuencia lógica de los acontecimientos. Su perspectiva rabiosa y brusca logra transmitir la desesperación de la joven madre.
Pepa, interpretada por la deslumbrante Tamara Casellas, se presenta como una mujer niña, egoísta y descerebrada. A pesar de ello, desprende la mezcla de animadversión y lástima necesaria para acompañarla a lo largo de la trama sin detestarla. Ama arrastra al espectador, el cual, desconfiado ante las catastróficas decisiones de la protagonista, no aleja la mirada pese a barruntar el inevitable peligro. Por otro lado, su hija Leila, representada por Leire Martín, mantiene la espontaneidad y la ternura, ajena a su precaria situación. Vive sus atípicas vacaciones como la protagonista de Verano de 1993, con aprensión, pero con curiosidad y optimismo. Una es el contrapeso de la otra, aligerando y endureciendo el viaje por momentos, de forma que el filme encuentra el equilibrio perfecto.
La verdadera esencia de Ama se despliega a través de una relación materno filial compuesta de tres vertientes: madre, hija y abuela. Cómo estos roles se invierten y se transforman demuestran la verdadera naturaleza de los mismos. Convirtiendo al público en hija y madre a la vez, este desolador relato descubre una realidad universal. El inteligente planteamiento de Júlia de Paz Solvas otorga a quien visione Ama, un arma de doble filo. Esta se puede emplear para juzgar a las madres que son retratadas, o para desvalijar la idealización de la maternidad que encierra a tantas mujeres.