Adrián Lavandera

‘Cortex’, la primera película del hasta ahora actor Moritz Bleibtreu, crea una atmósfera inquietante y turbulenta, muy sorprendente en su dirección, y totalmente inmersiva

Cortex | StyleFeelFree
Imagen de la película Cortex | Foto: © 2020 Paloma Entertainment GmbH | StyleFeelFree

La vida es sueño y los sueños, sueños son. Con sueño, además, comienza nuestro protagonista, un aburrido hombre de mediana edad, que no consigue dormir por las noches, y que además, sufre de vigilia por el día. Su mujer le insta a que tome pastillas. Él insiste en que está bien, y entre medias, aparece un joven. Un joven misterioso, que nadie sabe quién es, pero que poco a poco va tomando protagonismo. Hasta ahí, perfecto. Ahora imaginad que no os narran la historia linealmente sino que se plantea de la siguiente manera: Joven caminando. Hombre con sueño. Una mujer. Joven entra en un lugar. Hombre despierta. Hombre con sueño otra vez. Enorme susto al espectador. Coche. Otro susto. Hombre dormido. Música trepidante. Primer plano de cara del hombre. Más música trepidante. Silencio.

Pues bien, eso es Cortex, la primera película de Moritz Bleibtreu. Puede parecer una locura, pero ese es su encanto. A pesar de tener unos claros elementos, e incluso un guiño, al propio cine de Christopher Nolan, la propuesta es totalmente novedosa. Lo complicado y lo hermoso de esta película no es su trama, sino su dirección y su narrativa. Bleibtreu emplea artilugios constantemente. Y totalmente indescriptibles. Es el sonido combinado con el foco. La luz, medida a la perfección, así como el arte y la decoración de los espacios, que logran un efecto entre futurista y cotidiano. Es el neón y la agresividad de algunos personajes. Es la propuesta de la película, que consigue transmitir la sensación de caos que algunos cerebros humanos contienen.

Si bien la historia es una historia más, nada especial ni llamativa; o si bien, algunos personajes pueden pecar de típicos o forzados, la dirección, repito, prima por encima de todo. Escoger, quizás, un guion demasiado complicado, habría sido un error en este tipo de cine, tan efectista e inmersivo. Bleibtreu escribe y dirige una historia sobre el subconsciente, muy bien planteada, que se sale de los sencillos cánones narrativos. Además, parece esconder en sus entrañas una reflexión acerca de las relaciones y la vida de pareja, que nada tiene que ver con el efecto que la película produce, pero que se agradece como regalo distintivo. A nadie le entrará el sueño con Cortex, no os preocupéis.