Adrián Lavandera

Con ‘Una veterinaria en la Borgoña’, de Manoukian, se cumple la idea de que en el campo se aprende a pensar y la vida es mejor

Una veterinaria en la Borgoña | StyleFeelFree
Imagen de la película Una veterinaria en la Borgoña | StyleFeelFree

Julie Manoukian se lanza con Una veterinaria en la Borgoña a la gran pantalla. La hija del famoso compositor y músico de jazz André Manoukian, deja a un lado su pasada experiencia como coguionista en la comedia Eurotrip (2018), y lidera su primer proyecto cinematográfico. La película, de tintes idealistas y rurales, es rotunda en la temática. Repleta de mascotas y personajes con mundos muy opuestos, nos deja clara desde un principio su intención moral. El ser humano se está olvidando del campo, y con él, la capacidad de decidir en la vida por uno mismo.

La historia se narra desde el punto de vista de Alex. Una doctora cosmopolita recién graduada que tiene la obligación de volver a su pequeño pueblo donde residió parte de la infancia. Casi sin querer, comienza a trabajar para Nico, veterinario de la clínica con el que debe pasar todo el verano. Durante este largo periodo, ambos experimentarán vivencias de carácter tan opuesto como sus idiosincrasias. La naturaleza de Una veterinaria en la Borgoña obliga a su protagonista a cuestionar qué quiere durante todo el metraje. Alex comienza el filme deseando el éxito profesional a toda costa, y la trama le obliga a valorar en qué consiste el éxito personal, poniendo en duda su importancia. Esta dicotomía se ve muy marcada también gracias a los entornos ciudad y campo, responsabilidad individual y responsabilidad social. E incluso se atreve a darle la vuelta o mostrar las consecuencias de sus excesos.

Y es que quizás lo más interesante del filme sea eso, muy arraigado en el personaje secundario de Nico. Padre de familia agobiado por su trabajo con siempre algo que hacer, maneja el rol de mentor de Alex de forma indirecta, pero tiene mucho peso en los temas principales. Al contrario que Alex, en Nico vemos a alguien demasiado centrado en ayudar a la comunidad. El problema de este hombre es que debido a su exceso de buena fe e intenciones, corre todo el rato el riesgo de llegar a perder a su familia, o incluso su vida, hasta cierto punto. Es una pena que la película no se atreva a indagar más en los por qués de Nico o en el pasado de la protagonista, tan oscuro e interesante en un principio. A pesar de entretener y hacer incluso reír a ratos, la cinta peca de clásica y previsible.
 

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