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Tras el palmarés acumulado tanto en La cinta blanca como en Amor, ‘Happy End’, por el momento, está pasando más desapercibida, pero es la película más espléndida, atendiendo a la idea de contemporáneo, de Michael Haneke
Si algo nos ha enseñado la cinematografía de Michael Haneke es a ordenar la mirada para desentrañar una incógnita, o varias, que se manifiestan, generalmente, provocándonos cierto desasosiego. Happy End sigue en la misma línea, empeñada en retar al que mira. Incluso más insistentemente. Para comenzar el realizador austríaco sorprende con una secuencia inesperada. Alguien está rodando con un smartphone, en el interior de una casa, a un miembro de su familia. El resultado visualmente es sorprendente. Vemos la imagen que recoge el propio teléfono, con lo cual la enorme pantalla de cine se queda reducida a una extraordinaria síntesis de pureza que recoge la temperatura ambiental actual. El cine haciendo acopio de otro cine de existencia, sin ambigüedades, pero igual de paradójico. El que está relacionado con la imagen volátil de ciertas aplicaciones, que ofrecen instantáneas en movimiento de una realidad aumentada por la propia realidad tecnológica.
Este paso que ha dado el austríaco al tratar no de descifrar, porque no es su intención, pero sí de entrar de pleno en ciertas dinámicas que explican el mundo que habitamos, como carta de presentación de su nuevo trabajo me ha resultado fascinante. Existe algún documental que ha mostrado un interés por la tecnología desde el punto de vista puramente visual, como Buddaha.mov, estrenada en la edición del DocumentaMadrid 2018, logrando buenos resultados, al menos desde la propia concepción de esta imaginería. Sin embargo, en la ficción es el trabajo más fresco de los que he podido visionar recientemente, involucrando una tentacular existencia tecnológica que nos convierte en observadores anónimos y observados sin tener verdadera conciencia de ello. Con un ritmo excepcional y aunque ensombrecida por sus últimas películas, las aclamadas Amor y La cinta blanca, no obstante Happy End es un prodigio de filme en donde el realizador de La pianista, que reitera su predilección por Isabelle Huppert, vuelve a destapar su fascinación por la vigilancia y la perversidad que dio tan buen fruto en Caché y que ya había explorado en El vídeo de Benny. Una inclinación, la de recoger distintas formas de observancia que conecta con otros artistas visuales, como es el caso del ya fallecido fotógrafo Lewis Baltz en su última serie, Continuos Fire Polar Circle.
El atractivo de Happy End, independientemente de esta narrativa contemporánea tan bien hilada y de algunas escenas soberbias como la secuencia del karaoke con Franz Rogowski o el travelling en una calle repleta de tráfico, protagonizado por Trintignant, se debe al magnífico trabajo de un elenco actoral a la altura de las expectativas. Aquí destacaría sobremanera a Fantine Harduin, en quien recae el peso de la película y Jean-Louis Trintignant que consigue superar al personaje que realizó en Amor. Sin olvidarnos de Rogowski, que sin ir más lejos, realiza una interpretación repleta de descubrimientos. Lo que viene a afirmar que Haneke está en plena forma para escribir y dirigir porque no deja de moverse, de estar atento a lo que pasa. Por eso esperemos que esta no sea, como dicen algunos, una película testamentaria. Es, sin duda, uno de sus trabajos a tener más en cuenta, lo cual apunta a que está repleto de vitalidad. Ahora tengo que reconocer que no todos me han cautivado por igual, aunque es de agradecer que no se rinda a la comodidad del sello de autor y siga dando saltos, provocando cierto malestar, disrumpiendo los modos y llenándolo todo de adorables puntos suspensivos y en ocasiones, puntos y aparte, que someten al relato al humor del que lo escribe. El cine como herramienta de auto-exploración que exige altos en el camino.
Tráiler de Happy End | StyleFeelFree Youtube
Crónica de una familia acomodada europea en una actualidad dominada por la tecnología y los nuevos medios de comunicación y socialización. En este panorama, la soledad, el aislamiento y la incomodidad de sentirse desajustado en un sistema mediado por los círculos familiares.
Título original: Happy End
Duración: 107 minutos
Dirección: Michael Haneke
Guion: Michael Haneke
Fotografía: Christian Berger
Dirección artística: Olivier Radot
Vestuario: Catherine Leterrier
Montaje: Monika Willi
Reparto: Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Mathieu Kassovitz, Fantine Harduin, Franz Rogowski, Laura Verlinden, Aurélia Petit, Toby Jones, Hassam Ghancy, Nabiha Akkari, Philippe du Janerand, Dominique Besnehard
Distribuidora en España: Golem Distribución
Fecha de estreno en España: 20 de julio de 2018
Festivales:
Festival de Cannes (2017): Sección Oficial a concurso
Festival de San Sebastián (2017): Sección Perlas
Nominaciones:
European Film Awards (2017): Nominada a Mejor Actriz (Isabelle Huppert) y Mejor Actor (Jean-Louis Trintignant)
Munich Film Festival (2017): Nominada a Mejor Película Internacional