Rosana G. Alonso
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La Fundación Mapfre de Madrid rinde tributo a Nicholas Nixon, autor de Las hermanas Brown, serie que compone el grueso de su colección y que es central en la exposición que le dedica, haciendo nítidos los temas cruciales de la vida

Nicholas Nixon en Fundación Mapfre | StyleFeelFree
Obra: F.K., Boston, 1984 de © Nicholas Nixon. Cotesía de Fundación Mapfre | | StyleFeelFree

Lo primero que vemos, cuando miramos, es el paisaje, lo lejano. Pero si observamos, más allá del paisaje, que también puede ser humano, nos topamos de pleno con el misterio sonoro, y a veces mudo, de la vida. La vida, manifestándose alrededor de los grandes temas universales, igual de misteriosos, profundos e intrínsecos a nuestra condición humana singular. Hasta donde sabemos, son cuatro y sus contextos particulares: el nacimiento que nos sitúa en un mapa familiar que exploramos y buscamos traspasar; el amor que nos deslumbra y nos amarra a lo terrenal; la transmutación, a veces, en forma de enfermedad que nos sorprende y nos hace cuestionarlo todo, y finalmente la muerte que nos devuelve vaporosos a la tierra. De una u otra manera, los experimentamos, inevitablemente, aunque a veces esa experiencia sea realmente significativa a través de otros. La esperanza de algo nuevo, la metamorfosis kafkiana de algo que creíamos conocer, el dolor de una pérdida. Son todo lo que importa. El resto es literatura, necesaria para contar las anécdotas particulares que giran alrededor de esas grandes cuestiones universales.

Un fotógrafo literario

La literatura fue de hecho el punto de partida de Nicholas Nixon [Michigan, 1947]. Desconozco si en algún momento se planteó ser escritor, tampoco importa demasiado. Para cuando se licenció en 1969 en Literatura Norteamericana ya sabía que para las historias que quería contar precisaba de una cámara fotográfica. Robusta, con una conformación espectadora [el gran formato es una constante en su trabajo casi desde el principio]. Con ella ha retomado sus temas predilectos que vistos en sus respectivos conjuntos, conforman novelas fotográficas en blanco y negro porque como reconoce “en la fotografía el color no es sensual, no lo puedes sentir porque marca una distancia”.
 

Nicholas Nixon en Fundación Mapfre | StyleFeelFree
Obra: Las hermanas Brown, 1975 de © Nicholas Nixon. Cortesía de Fundación Mapfre | StyleFeelFree

De entre todos estos relatos, posiblemente la serie de Las hermanas Brown sea “una de las obras más contundentes de la historia de la fotografía”, como apunta Pablo Jiménez Burillo, director de Cultura de Fundación Mapfre. Una serie que emprendió como algo casi anecdótico, de impronta amateur, y se ha convertido en su buque insignia, entre otras razones, por ser una serie muy larga en el tiempo, que comenzó cuando en 1974 Nixon decidió tomar una fotografía a Bebe [su esposa], junto a sus tres hermanas, como revancha a la foto anual que el padre de estas hacía a toda la familia para felicitar con ella la Navidad. Un testimonio de que todos se encontraban bien y que Nicholas Nixon veía impostado. Más de cuarenta años después y a pesar de que el primer intento se frustró, la foto anual, tomada por Nixon, ha ido convirtiéndose en un ritual íntimo que compone una crónica inabarcable, repleta de ausencias que cada observador tiene que llenar con sus propios recuerdos. Vistas como un todo, las fotografías de esta trama poco adulterada [las hermanas posan naturales, sin maquillaje visible, ni poses estudiadas] son un testimonio, evidentemente, de cómo el cuerpo cambia, incluso, sin pretenderlo. Pero sobre todo, de cómo en ese cuerpo se dibujan más las presencias que las ausencias; en las circunstancias vitales que intuimos en cada surco de la piel, en el brillo de los ojos que evoluciona a medida que los planos se acortan y el contorno visual manifiesta la huella de los años vividos, en la complicidad de las hermanas al saberse encubridoras de sus secretos, en los signos del tiempo en un vestuario, por otra parte, pretendidamente casual, que sitúa, en un trascender de lo privado a lo general, a estas cuatro mujeres en el centro de una narración de verdad palpitante, sin subjetividades; y abiertamente literaria en lo descriptivo. Un relato que no necesita palabras para que sus personajes sean tan heroicos como los novelísticos, en su conmovedora transcendencia, que repercute directamente en un momento actual, urgentemente femenino, según aprecia el propio Nixon al destacar la labor de fotógrafas como Alessandra Sanguinetti o Irina Rozovsky.
 

Nicholas Nixon en Fundación Mapfre | StyleFeelFree
Obra: J.K, C.C., Hull, Massachusetts, 2002 de © StyleFeelFree | Foto: © StyleFeelFree

Del escrutinio del paisaje a lo humano transcendental

Las primeras tomas fotográficas de Nicholas Nixon, no obstante, fueron una mirada hacia el mundo que habitaba, constatando como se iba transformando el territorio que exploraba a su paso [de su ciudad natal, Míchigan, se traslada a Nuevo México, a principios de los setenta, y de ahí a Brookline, donde comienza a impartir, a tiempo parcial, clases de fotografía en el Massachusetts College of Art and Design]. Estas instantáneas estuvieron marcadas, por otra parte, por el impulso de algunos jóvenes fotógrafos que, como él, vieron en el paisaje norteamericano una ocasión de explorarlo con otra mirada. Veíamos recientemente también en la sala de Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre a Lewis Baltz y hace algunos años a Stephen Shore, fotógrafos que también exploraron esta vertiente que acabaría sirviendo a William Jenkins para idear la exposición New Topographics: Photographs of a Man-altered Landscape, la que ya constituye una muestra mítica y que sin embargo para Nixon no fue tan significativa. Al año siguiente tendría su primera muestra individual en el MoMA de Nueva York. Un pequeño recorrido compuesto por 40 impresiones que reunían su interés por el paisaje junto a dos fotografías de Las hermanas Brown.

A partir de entonces, sin abandonar las vistas de la ciudad, tema que retomaría en posteriores ocasiones, comenzaría a indagar en la figura humana. Lo humano. Lo sensitivo. La piel. Serán sus nuevos campos de actuación en los que entra en escena. Lo distintivo de Nixon es que no se mantiene distante de lo retratado, ni toma una posición dominante. Se implica, buscando una experiencia que en algunos casos, como en su serie sobre el SIDA que se desarrolló como un proyecto destinado a ser un libro, People with AIDS, publicado en 1991 con la ayuda de Bebe Nixon, se convierte en fotografía más cercana al fotoperiodismo de denuncia social. Es su forma de colaborar, participando, de una sociedad donde el ciclo de la vida se repite continuamente. Nacemos y vemos como detrás de nosotros la vida sigue su curso, nos enamoramos y advertimos como otros también se enamoran, enfermamos o sufrimos la enfermedad de cerca, y finalmente, morimos.

Nicholas Nixon en Fundación Mapfre | StyleFeelFree
Obra: Cortina de nuestro dormitorio, Brookline, 2017 de © Nicholas Nixon.. Cortesía de Fundación Mapfre | StyleFeelFree

De las fotografías de grupos humanos compartiendo un instante de vida, Nicholas Nixon pronto se interesó por los ancianos en residencias, por la infancia al ver nacer a sus propios hijos; y por los amantes con los que entró en habitaciones para retratar el amor de cerca, como nunca antes habíamos visto. Lovers es consecuentemente una de sus series más sugestivas sin llegar a ser incómoda para un observador observado, si bien, hay escenas explícitamente sutiles en el encuadre que se sumergen en un sentimiento indescriptible y difícil de capturar, que pretendía recuperar, en su afán de retratar lo dérmico del encuentro entre seres que se reconocen en sus diferencias. “Quería que fueran lo más sensuales posibles”, reconoce en conversación con Carlos Gollonet, comisario de la muestra y Conservador de Cultura de Fundación Mapfre.

En Nicholas Nixon siempre prevalece su instinto de cazador de instantes irrecuperables que sigue empeñado en salvar del olvido. Si no fuese por ese registro fotográfico que de pronto atrapa lo que apenas es perceptible, posiblemente ni nos percataríamos de lo fascinante de ese momento fugaz. Su serie de cortinas y ventanas responde a esa inclinación por reconocer, ya en un gesto, lo emocional de un encuentro, de un instante que se escapa, como la vida, en su ciclo natural. De lo novelesco, a lo poético.
 

DATOS DE INTERÉS
Título: Nicholas Nixon
Artista: Nicholas Nixon
Comisariado: Carlos Gollonet
Lugar: Fundación Mapfre. Sala Bárbara de Braganza en C. Bárbara de Braganza, 13
Fechas: del 14 de septiembre de 2017 al 7 de enero de 2018
Horario: lunes de 14 a 20 horas. Martes a sábado de 10 a 20 horas. Domingos y festivos de 11 a 19 horas
Entrada: 3 € por persona. Gratuita los lunes no festivos
Actividades: Conexiones: los secretos que esconde un retrato (para niños de 7 a 12 años) y Percepciones: seducidos por la fotografía (para niños de 13 a 18 años). Para consultar más al respecto (horarios, precios y disponibilidad) ver en Fundación Mapfre