Moonlight | La cara oculta de la luna 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Todos los esquemas que hasta ahora se habían trazado en torno a la identidad y masculinidad afroamericana en el cine quedan rotos con ‘Moonlight’, una película que aborda cuestiones contemporáneas desde ángulos que se alejan de lugares acomodados a roles y obsoletas estructuras visuales

Hay un momento en el cine, como en todas las artes, en el que la contemporaneidad queda registrada en una obra que capta la onda de un tiempo, de un ahora. Algo que curiosamente resulta sorprendente, cuando no debería de ser así. Pero estando como estamos acostumbrados a asumir modos y discursos aferrados a un pasado que no aporta nada al presente, ralentizándolo y haciendo que la sociedad se quede encasillada en patrones estancos; la pauta acorde, aunque desafine, sigue siendo el molde predilecto. Estamos de hecho tan acostumbrados a un cine, especialmente el de cuño hollywoodiense, tan repleto de estereotipos vacíos que no reflejan las individualidades, que no asombra que cuando una película como Moonlight  apuesta por una mirada más progresista, haya cierto revuelo a su alrededor porque se pueda ver como una amenaza al cine conservador que sigue campando con personajes que no resultan creíbles si son tan planos como el cartón, o recursos que no buscan nuevas formas de acercarse al formato más plástico de todos, el cine.

Y con estas estamos lidiando. Es lógico entonces que nunca hasta ahora haya habido tantas divisiones como las que plantea la próxima gala de los Oscars 2017, dividida claramente, entre los que defienden a muerte la prescindible y poco original La La Land  y los que prefieren el soplo de aire fresco que representa Moonlight. Con esto pienso que queda clara mi postura. Siempre me posicionaré a favor del riesgo que apunta hacia conflictividades individuales y sociales, aunque se exhiba algún error, frente a los facsímiles poco originales.

Dicho lo cual, Moonlight  sobresale precisamente en un desarrollo con elipsis marcadas por un mismo personaje representado por tres actores que aunque parecen abordar historias diferentes, a través de actuaciones que en la comparación se evidencia quién levanta el relato _ sobremanera, un Trevante Rhodes glorioso en la interpretación de Chiron que acompaña a los otros dos pesos pesados de la cinta: Mahershala Ali y Naomie Harris_ la película conecta con realidades efervescentes que conducen la mirada del cine estadounidense, enfocado en la negritud, hacia el foco de la cuestión. Hay otro ángulo, que es el adecuado hoy, y que sitúa a Barry Jenkins como un realizador con la sensibilidad necesaria para captar el ambiente social y sus conflictividades en una América en donde a la comunidad afroamericana todavía le queda muchas cosas por contar. Y para contarlo con credibilidad, rigor y sin máscaras, está la voz de la propia comunidad afroamericana, testigo de la América que fue y la que es. El anterior trabajo de Jenkins, Medicine for Melancholy, menos grandioso que este, pero más minucioso e íntimo, ya lo situó como un realizador imprescindible para abarcar otros puntos de vista de una América colorista. La América que queremos. La que descubre la cara oculta de la luna.
 

Tráiler de Moonlight | StyleFeelFree Youtube