Rosana G. Alonso

Posiblemente ‘La doctora de Brest’ pasará desapercibida entre los estrenos de cine de la semana aunque sea una película necesaria y escrita, dirigida e interpretada por brillantes mujeres que están cambiando las reglas del juego en el cine

La doctora de Brest | StyleFeelFree
Fotograma de La doctora de Brest | StyleFeelFree

Tengo la sensación de que las mujeres heroicas, las mujeres valientes o las que sin serlo, tienen cualidades que sobresalen, son molestas. De otra forma no entiendo que no pueda gustar el convincente y asombroso personaje interpretado por Sidse Babett Knudsen, inspirado en la doctora francesa Irène Frachon, una mujer real que tuvo agallas para plantarle cara a un gigante farmacéutico denunciando el Mediator,  un medicamento utilizado para adelgazar que estaba matando a gente.

Curiosamente en una época en la que el feminismo se ha puesto peligrosamente de moda, y digo peligrosamente, porque todas las modas son peligrosas por su deriva hacia una frivolidad que fija más sombras que luces realzando lo que no es, por personajes que tampoco son, tengo la sensación de que las mujeres reales siguen asustando. O eso parece a juzgar por los jueces que dictaminan valorando, desde híspidas posiciones, dónde está la trampa en lo cinematográfico femenino. En La doctora de Brest  no hay en cambio trampa alguna, ni la mirada de Emmanuelle Bercot está predispuesta a coartadas. El relato parte de uno real. El caso Mediator  que sacudió a Francia hace pocos años y que inspiró el libro está ahí. Se pueden corroborar los datos en Mediator 150 gr: Combien de mortst?  (Mediator 150 gr: ¿Cuántas muertes? ) el libro escrito por la misma Irène Frachon y publicado por Editions Dialogues. En él salió a relucir que los laboratorios Servier, gigantes de la farmacéutica europea, estaban comercializando un medicamento que según se pudo demostrar, llegó a matar, al menos, a 500 personas en Francia. Casi nada. La historia verídica llega ahora al cine en manos de Emmanuelle Bercot, una realizadora y actriz —recientemente pudimos verla en la extraordinaria Mi amor de Maïwen — que ha sabido manejar el relato sin atisbos de una sensiblería que acabó por empañar, en cambio, a La cabeza alta, su anterior proyecto.

Por el contrario en La doctora de Brest  se observa una crudeza que, aunque en algunas escenas casi debería de advertirse que las imágenes pueden herir la susceptibilidad de algunas personas, no está matizada por un dramatismo que vaya más allá del innegable drama que atiende. El tono se siente real, comprometido y lleno de energía, gracias a la excelente interpretación de una actriz, Sidse Babett Knudsen, que curiosamente es danesa cuando la cinta está basada en un caso verídico con una protagonista francesa. Es lo de menos. Lo realmente importante es que Bercot ha sido capaz de encontrar un punto de vista universal que entiende que lo primordial es el relato de denuncia, un caso que encuentra obvios parentescos con Erin Brockovich,  pero también con Dallas Buyers Club.  Si bien, el tono de la cineasta francesa es más frío y brutal que en estas cintas, menos colorista en las tomas, casi documental, sórdido en algunas escenas que documentan desde una posición política que entiende que solo va a verse la autenticidad desde las entrañas de la sala de operaciones, de autopsias, de consultas, en los congresos de expertos.

Una atmósfera que no hace sino enfatizar la presencia de la doctora de Brest como una luz en desuso que huye de los vicios de la profesión, enfocando a los de abajo en un tiempo en el que los grandes son cada vez más poderosos e inalcanzables y los del medio, los expertos profesionales, se dejan chantajear por la cúspide. Que ese foco en lo sombrío de la realidad, sea además plantado por una mujer que da la cara, no podía ser más eficaz. Sigue siendo fundamental que el cine visibilice a mujeres reales para que la ficción no consiga distorsionarlo todo y acabemos creyéndonos, incluso nosotras mismas, que ser mujer es algo perverso, extraño o insípido. Que este tipo de cine relevante, esté además sustentado por mujeres que por otra, todo sea dicho, son las que están dando un poco de aire fresco al cine en territorio francés, no deja de ser un dato que hay que apreciar en su justa medida. Dejémonos de abusar de tópicos para según quién y qué. No queramos darle la vuelta a todo para poner de espaldas a lo que además, tiene un rostro que está mirando de frente. Sin rodeos, ni trampas, ni cartones. Eso sí, huyan en la medida de lo posible de las películas dobladas que distorsionan la realidad con voces enlatadas. De ahí que tenga que advertir que el tráiler que nos ha pasado la distribuidora y que sigue a esta crítica, no hace justicia a las interpretaciones en la versión original.
 

Tráiler de La doctora de Brest | StyleFeelFree Youtube

FICHA TÉCNICA
Título original: La fille de Brest (La doctora de Brest)
Dirección: Emmanuelle Bercot
Guión: Sévérine Bosschem y Emmanuelle Bercot
Fotografía: Guillaume Schiffman
Diseño de producción: Eric Barboza
Vestuario: Pascaline Chavane
Música / banda sonora: Martin Wheeler, Bloum
Montaje: Julien Leloup
Reparto: Sidse Babett Knudsen, Benoît Magimel, Charlotte Laemmel, Isabelle De Hertogh, Lara Neumann, Philippe Uchan, Patrick Ligardes, Olivier Pasquier, Gustave Kervern, Myriam Azencot, Pablo Pauly, Eddie Chignara, Raphael Ferret, Christophe Meynet, Gilles Treton, Garance Mazureck
Fecha de estreno España: 18 de noviembre de 2016
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