Blind | Metáfora de lo caótico 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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En ‘Blind’ la cámara busca captar percepciones y estímulos que acaban tornándose en un remolino complejo y fatuo que se salva por las excelentes interpretaciones femeninas de Ellen Dorrit Petersen y Vera Vitali

La narrativa de Blind es compleja y se torna más compleja a medida que se desenvuelve. Su complejidad responde a un retrato social que el director noruego Eskil Vogt expone de forma metafórica. De entrada, hay cierta placidez sensorial. Pero los claroscuros se evidencian tornándose excesivos a medida que la película avanza. Como argumentación de la sociedad contemporánea, desde lo teórico, es comprensible. Estamos acostumbrados a una descontrolada avalancha de provocaciones visuales que percibimos con un único sentido, la vista. Por eso, que las protagonistas de la cinta —Ellen Dorrit Petersen y Vera Vitali—  estén experimentando la ceguera, se convierte en metafórico de los miedos e inseguridades a los que nos vemos arrastrados desde las complejas estructuras sociales. En este sentido, la narratividad se explica y entiende. Pero Eskil Vogt parece perderse en su universo creativo, sin ponerse en el lugar del espectador que contempla, que asiste, que busca sensaciones y estímulos que se enlacen permitiéndole encontrar la conexión de forma rápida, aunque no haya linealidad.

Blind, ópera prima del noruego conocido hasta ahora como guionista de las películas Oslo, 31 de agosto y Reprise lidia con antítesis que posiblemente busquen intencionadamente cierta intranquilidad e incomodidad, mientras recurre a elementos fetichistas que juegan a seducir al que ve, el espectador, convirtiéndole en una especie de voyeur. Pero en este entramado complejo, abrumador, con algunos planos y secuencias especialmente meticulosos y bellos, hay también una ambivalencia que más que provocada se aprecia como producto de una falta de síntesis, de acotación, de marcar fronteras que aquí se diluyen y no parecen explicarse salvo con sensaciones, con esquemas que quedan en una inverosimilitud no resuelta, que sin embargo, se zanja de forma excesivamente fácil frustrando expectativas.

Entonces, Blind, hay que verla como una película de sensaciones y disfrutar de las formidables interpretaciones de las dos protagonistas femeninas. La forma en que Vogt, como realizador, convierte la ceguera en algo brillantemente cinematográfico, logrado desde una cámara que atiende a los personajes siguiendo sus percepciones, es formidable. Más allá de estos ángulos, la sorpresa unida a cierto suspense que busca generarse, no llega a cuajar lo suficiente para mantener en vilo a ese voyeur —el espectador— que atiende pasivamente, sin inmutarse.