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El Guggenheim de Bilbao recorre toda la obra de Jean-Michel Basquiat en una exposición que lo descubre como el narrador más alerta de unos años ochenta cuyos discursos siguen latentes hoy
La exposición Jean-Michel Basquiat: ahora es el momento que el Museo Guggenheim de Bilbao le dedica al artista estadounidense hace un repaso por la carrera de Basquiat presentando un centenar de obras claves para entender sus temáticas que en el museo se diseccionan en ocho secciones. Esto no hace más que confirmar su omnipresencia como constructor de discursos que en los ochenta fueron el termómetro de lo que acontecía en la calle. Su relevancia a día de hoy muestra como aquellas reflexiones hablaban de brechas aún por cerrar que siguen siendo vigentes a día de hoy. Su ascenso vertiginoso y su corta trayectoria acusaron su entronización como un mito que sigue auspiciando las tendencias del arte más joven.
Jean Michel Basquiat (Brooklyn. 1960-1988) murió demasiado joven, a los veintisiete, como algunas de las mejores estrellas musicales. Pocos artistas han sido tan emulados e idolatrados como mito de la grandeza americana construyendo oportunidades. La película dirigida por Julian Schnabel en 1996 sobre su figura también ayudó a su reconocimiento popular repercutiendo en que muchos jóvenes de entonces se sintiesen atraídos por su figura y lo imitaran, por lo que su impronta tuvo también gran impacto en la cultura de finales de los noventa y especialmente entre los que nacimos en los setenta. No tantos creadores calaron tan rápido en la esfera social y precisamente en los noventa, su nombre traspasó fronteras contribuyendo a esa americanización que más allá de EEUU se consolidaría proyectándose como espejo de lo imitable. La juventud, desde los sesenta, pero más enérgicamente a partir de los ochenta, como demostró el vertiginoso éxito de Basquiat, nunca hasta entonces fue tan apreciada. Ser joven a finales del siglo pasado implicaba también una sensación de sentirse privilegiado, algo que favoreció que en un país como los EEUU, consciente como era de ese filón de adrenalina, se impulsara todo aquello que tuviera un cariz fresco y transgresor. Aunque también contribuyó, y sigue contribuyendo en menor medida, a espasmódicas trayectorias difícilmente asumibles, así como a una evolución anormal que generalmente acababa consumiéndose tan rápido como había ascendido, impidiendo la modulación intrínseca a una maduración reflexiva. Estas trayectorias con fecha de caducidad se erigen desde el mismo instante, y más aún, con la perspectiva del tiempo, en medidoras de un momento y un clima artístico más que en captadoras de un desarrollo personal. Sin bien, lo personal es intrínseco al arte como reflejo de lo extraordinario. Y Jean Michel Basquiat que participó de esa vorágine de ideas que efervescían en Nueva York fue capaz también de mezclar todo ese entramado cultural que procedía de la calle incorporando discursos personales de gran calado social y político que siguen vigentes. Desafiante. Irónico. Su trabajo más díscolo sigue despertando un cariz contracultural que se sortea entre lo maleante, lo inapropiado… Quizás lo inoportuno. Incluso en su modus operandi. Basquiat que sigue estando en todas partes como un dios, como aquellos dioses negros provistos de corona que pintó, a día de hoy se mantiene relevante no sólo discursivamente sino que además su quehacer estético es pertinente en la actualidad visto desde el pasadizo milagroso en la era de redes. La exposición que el Guggenheim de Bilbao le dedica no hace más que fortalecer la tendencia del arte de hacer enorme lo grande y operar con disertaciones que a veces más que transformar lo social, asienten a las dilucidadas en otros ámbitos.
En torno a la muestra en el Guggenheim de Bilbao
Los ocho bloques temáticos que componen la retrospectiva sobre Basquiat incluyen el lenguaje y los símbolos de la calle para acercar al espectador a conflictos como la hiprocresía racial y el racismo
La muestra que podrá verse hasta el 1 de Noviembre está estructura en torno a ochos divisiones que giran alrededor de asuntos determinantes para comprender el trabajo de Basquiat. Un total de cien pinturas de gran formato y dibujos provenientes de diversos museos y colecciones particulares tanto de EEUU como de Europa que descubren sus asuntos recurrentes. Temas que emanaban de una sensibilidad hacia la identidad racial impregnada de aspectos circundantes al contexto social en los ochenta y un modo de abordar estas apariencias desde una posición testimonial que absorbía todo lo que ocurría en la calle. Así lo revelan sus comienzos como grafitero bajo el seudónimo de SAMO© (entiéndase SAMe Old shit ) que compartía junto a su amigo Al Diaz o su incursión en la música a través de Gray, su grupo musical.
Empapado de jazz, rap, punk, cultura popular, deporte, cómic e inspirado por otras formas de arte consolidadas en los circuitos artísticos, Jean-Michel Basquiat estampó un lenguaje propio que ante todo hablaba del hombre negro desde el ingenio, la provocación y un contenido que resultaba tan atrevido como consonante con unos ochenta chispeantes y festivos.
La exhibición en el buque insignia bilbaíno está entroncada con todo esto y diseccionada en ocho bloques. En las secciones La calle como estudio y Héroes y santos [sala 305] se pueden ver tanto las obras inspiradas en el paisaje urbano, como las invadidas por esos héroes coronados que eran reflejo de sí mismo. En Reivindicando historias y Reflejos [sala 306] se pueden contemplar respectivamente tanto la historia que le tocó vivir en los Estados Unidos vista desde la negritud, así como el tema de su propia identidad negra en los otros, aquellos que admiraba y con los que se identificaba. En Dualidades y doble identidad y Jugando a hacer trampas: dibujos y provocaciones [sala 307] aborda temas que reflejan tensiones en los opuestos (Dualidades y doble identidad) así como la reinterpretación de imágenes de los cómics para contar sus propias historias en un subversivo acto de apropiación que se torna unas veces sádico, otras pícaro o engañoso. Finalmente, también hay una sala dedicada a sus colaboraciones con otros artistas, músicos y cineastas en donde destaca su especial relación con Andy Warhol (Basquiat y Warhol: la extraña pareja del mundo del arte) y otra sala que evidencia la gran influencia que la música tuvo en su haber (Sampling y scratching. Música, palabras y collage). En su conjunto, una completa revisión temática del trabajo de Basquiat comisariada por Dieter Buchhart y Álvaro Rodríguez Fominaya y organizada por la Art Gallery de Ontario en colaboración con el Museo Guggenheim de Bilbao. Un recorrido fiel a la línea de actuación del Guggenheim acercando al público algunos de los entramados más candentes del momento.
Sin título, 1982 © The Estate of Jean-Michel Basquiat | exposición Jean-Michel Basquiat: ahora es el momento | StyleFeelFree
Six Crimee, 1982 © Estate of Jean-Michel Basquiat | exposición Jean-Michel Basquiat: ahora es el momento | StyleFeelFree
Exu, 1988 © Estate of Jean-Michel Basquiat | exposición Jean-Michel Basquiat: ahora es el momento | StyleFeelFree
Gana 1.000.000 de dólares © Estate of Jean-Michel Basquiat | exposición Jean-Michel Basquiat: ahora es el momento | StyleFeelFree
Título: Jean-Michel Basquiat: ahora es el momento
Artista: Jean-Michel Basquiat
Lugar: Guggenheim Bilbao
Fechas: 3 de Julio de 2015 – 1 de Noviembre de 2015
Otras actividades: Espacios didácticos: Jean-Michel Basquiat. Más que grafiti [galerías 301 y 304]: tiene como objetivo explicar la obra de Jean-Michel Basquiat como herramienta artística de realización personal y como memoria de la historia afroamericana así como denunciar la situación política y social de Estados Unidos. Selección musical vinculada con el artista. Además, actividades vinculadas con el proceso creativo del artista: una, sobre escritura y fotografía y otra de grafiti.