La soledad de los números primos | Aquellos tediosos años 

• Acerca de
• Últimas entradas

R.Xo

Seeker & Dreamer

Últimas entradas de R.Xo (ver todo)

• Lisa Prank, sucesora del punk - 20 julio, 2016
• Kweku Collins, mestizaje de esencia rapper - 27 junio, 2016
• Kurt Vile: lo viejo y lo prestado anticipan su nuevo trabajo, ‘b’lieve i’m goin down’ - 29 julio, 2015

Compleja de asimilar, ya que avanza lenta y lánguida, ‘La soledad de los números de primos’, sorprende, no obstante, con los papeles interpretados por Alba Rohrwacher y Luca Marinelli

La soledad de los números primos es un filme áspero que transmite frialdad y pesadumbre. La película, basada en el best seller homónimo de Paolo Giordano, nos cuenta la historia de Alice y Mattia, dos personajes difíciles y estigmatizados socialmente por su propio aislamiento, debido a tragedias vividas en la infancia y  a quienes el destino une inexorablemente. Compleja de asimilar ya que avanza lenta, lánguida y con demasiadas elipsis, el tercer largometraje de Saverio Costanzo,no obstante, es detallista, tiene un buen trabajo de interpretación y estilísticamente está muy cuidada.

Aunque no puedo juzgar el proyecto en base al libro, el guion resulta convincente, incluso a pesar de los flashbacks, porque transmite una sensación de realidad que dota a la película de credibilidad y humanidad. Por momentos, eso sí, esto torna agobiante. Y no acaba de enganchar, posiblemente, por esa atmósfera densa que muestra impecablemente. Uno de los grandes aciertos es la evolución de los personajes de niños a la edad adulta, pasando por increíbles cambios físicos. Como los sufridos por sus actores protagonistas: Alba Rohrwacher en su papel de Alice, y el novel Luca Marinelli en el papel de Mattia. Ambos espléndidos en estos personajes taciturnos y esquivos. Si bien, uno de los ganchos de la película es ver a Isabella Rossellini en el papel de madre angustiada y al mismo tiempo, con una fortaleza increíble. También loable el vestuario del que ha sido responsable Antonella Cannarozzi que ha tenido que recuperar la estética de los años noventa en la etapa de adolescencia de los protagonistas, tan recurrente actualmente.

En definitiva, aunque tiene muchos aspectos apreciables, es una cinta complicada de ver ya que el director ha querido jugar con el espectador, desorientándole precisamente para hacerle partícipe también del dolor y la soledad que envuelve la película. No apta para el gran público, pero que sintoniza bien con cierta estética dark propia de nuestra sociedad.