Rosana G. Alonso
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‘Mandarinas’, de Zaza Urushadze, es la demostración de que lo humano esencial se engrandece en lo local

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Fotograma de Mandarinas | StyleFeelFree

El cine sólo debería filmar películas bélicas para condenar la guerra o al menos, desnudar sus propósitos y descubrir sus miserias, las que son menos perceptibles desde lo propagandístico. Si bien, la historia también nos ha descubierto lo eficientes que son para reordenar el caos, y cambiar el transcurso de la mentira transmutando los poderes. No obstante, el cine ha recurrido más a la guerra para homenajearla desde el heroísmo sensacionalista que va incluso intrínseco a la crítica, que para desentrañar lo humano esencial, sin adornos bélicos deformantes alrededor. Consecuentemente, al final, muchas tramas bélicas también encubren el patriotismo más rancio en el efectismo, el heroísmo andrógeno y la defensa de los Estados contra sí mismos. Las sinrazones de la guerra tienen demasiadas razones, pero encubiertas en un emocional ligado a la tierra, la bandera, el miedo y/o una ideología casi siempre abstracta que silencia otras razones más poderosas que lo legítimo.

También hay que considerar que hay muchos tipos de guerra; y sus razones, aunque entrañan lo mismo, tienen diferentes propósitos; unas veces más, otras menos justificables, pero siempre aborrecibles desde la pérdida de lo irrecuperable, sus víctimas. Y como hay muchos tipos de guerra, no todas tienen el mismo potencial cinematográfico. Así, la Segunda Guerra Mundial ha sido el relato que más veces se ha llevado a la gran pantalla por su grandiosidad y universalidad, desde un punto de vista dogmático que atiende a lo universal en lo argumental cercano, conocido. En cambio, las guerras civiles tienen menos de heroico y de universales, desde ese mismo dogmatismo que tiene en cuenta el argumento prescindiendo del enfoque, que sin embargo, se posiciona como la cuestión más convincente para narrar primando el sentido en sus dos acepciones de conocimiento-afectivo. A pesar de ello o por ello mismo, ese cine fundamental de lo local inédito, que atiende a lo bélico considerando el compromiso humano, es necesario y posible.

Prueba de ello es Mandarinas. El ejemplo más convincente para demostrar que se puede hacer cine bélico atendiendo a lo humano esencial que contempla ese local siempre universal, si el enfoque es correcto. La cinta del georgiano Zaza Urushadze llega, convence y cautiva siendo una película que habla de una guerra que pasó por los medios sin muchas pompas. La compleja guerra que estalló en una provincia de Georgia, Abjasia, a principios de los noventa, se manifiesta como una poderosa razón para hablar de humanidad, gracias al personaje principal que interpreta asombrosamente bien Lembit Ulfsak (Ivo). Un personaje indispensable, profundamente arraigado a su condición humana, a pesar de la guerra. En torno a él, el resto de figuras evolucionan contagiadas por esa humanidad y cordura que mantiene Ivo, inmune al veneno de la guerra. Como Grigori Nakashidze y Misha Meskhi interpretando pujantes papeles, abordados desde lo familiar que consigue contagiar al espectador conmoviéndole no desde el drama. Zaza recurre a una combinación mágica marcada por esa solidaridad presente en la vida real cuando los opuestos se encuentran, muestran antipatía sin conocerse, y acaban reconociéndose en la confrontación mediada.

Alrededor de este tema central hay otros tan importantes como es el valor de la amistad —personificado en esa amistad de Ivo con Margus interpretado por Elmo Nüganen—, el amor familiar —que tiene una presencia muy intensa en la ausencia—, el amor al trabajo ligado a la tierra, a lo artesanal, a lo propio. El paso del tiempo inmerso en ese amor que evade lo que no es importante, esa guerra que Evo quisiera evitar pero que se cruza irremediablemente en su camino. Reflexiones que se hacen visibles, ya desde el título, Mandarinas. Las mandarinas, aquí, como símbolo de esperanza.
 

FICHA TÉCNICA
Título original: Mandariinid (Tangerines / Mandarinas)
Dirección: Zaza Urushadze
Guión: Zaza Urushadze
Reparto: Lembit Ulfsak, Giorgi Nakashidze, Misha Meskhi, Elmo Nüganen, Raivo Trass
Fecha de estreno España: 30 de Abril de 2015
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