Rosana G. Alonso
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En un pulso con el medio cinematográfico, Tana Gilbert, en ‘Malqueridas’, realiza un trabajo colectivo violando el protocolo carcelario que prohíbe, explícitamente, grabar en el interior de una prisión

Malqueridas | Película | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Malqueridas | StyleFeelFree. SFF magazine

Lleva ya una trayectoria como cortometrajista con un interés centrado en el cuidado y los roles de género. Con Malqueridas, además, Tana Gilbert vuelve a la cárcel de mujeres para tejer una historia que es plural. Realizada en común con mujeres que están en prisión cumpliendo largas condenas, la cinta es un proyecto colectivo. Las mismas condenadas han grabado de forma clandestina las tomas que vemos en pantalla conducidas por la voz en off de una de las presas. Ella es Karina, una mujer a través de la cual cobran vida las experiencias de tantas otras que se unen en un lenguaje plural. Desafiando así la narrativa dominante y preservando sus historias, existencia y humanidad, cada uno de estos relatos es una pieza fundamental de un puzle que cobra sentido cuando analizamos el poder y valor de las imágenes improbables. Con estas, se recupera algo destinado a no existir.

Cada fotograma de la película ha sido impreso y redigitalizado para que, una a una, las reproducciones que se muestran tengan una presencia física permanente. De hecho, el momento más táctil es el que inicia el filme. Centrado en la experiencia de la crianza de un bebé, los primeros minutos mantienen un intenso pulso con el espectador. Sosteniendo un componente lúdico y, al mismo tiempo, hermético en la exploración de una condición femenina que corre el riesgo de visibilizarse como excluyente, igual que hiciera Pili Álvarez en Puerperio, el metraje parece abocado a una audiencia muy reducida. Sin embargo, la temática crece y avanza a un lugar que expande el significado de maternidad, lo que hace que esta pieza fílmica adquiera un sentido que supera sus propias limitaciones. De esta forma, se vuelve absolutamente candente en un enunciado que denuncia, reconforta y, finalmente, da esperanza a una realidad muy dura.

Las mujeres a las que rinde homenaje esta película han sido apartadas de sus hijos. Cumplen condena en una de las cárceles más grandes de Chile, en el centro de detención de San Joaquín. Su vida ha quedado suspendida. Su condición de mujeres, de madres, de hermanas, de hijas, de esposas, ha quedado también interrumpida. Sin embargo, retando al propio medio, Malqueridas nos brinda la oportunidad de conocer su vida en la cárcel. Así, podemos tomar conciencia de su experiencia y de las relaciones que crean entre ellas para poder ejercer la maternidad de otra forma. Cuidándose y protegiéndose como acto de supervivencia. Pero también de resistencia, apoyándose en una sororidad que las mantiene unidas en la adversidad. Se evidencia entonces que necesitamos el afecto para nutrirnos. Malqueridas es un archivo de desobediencia para luchar contra el olvido y contra la violencia institucional que no entiende de humanidad.