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Es fácil quedarse encandilado con la historia que protagoniza ‘Mr Wain’, el artista que creo todo un mundo gatuno que pervive hasta nuestros días
El artista Louis Wain llenó las páginas de los diarios con sus gatos eléctricos. Precursor de la psicodelia, fue un avanzado a su tiempo que sentía una profunda fascinación por la electricidad. Una energía que, a finales del siglo XIX, comenzó a tener uso doméstico e industrial. Fue la época en la que Wain se abrió paso en el dibujo profesional. Ambidiestro, versátil y ágil con el manejo de dos lápices a un mismo tiempo, dibujó cientos de láminas que protagonizaron los diarios de la época. Era un momento histórico en el que la prensa necesitaba ilustradores para acompañar a los textos. La fotografía, todavía incipiente, no tenía protagonismo. Y él, revolucionó la práctica del dibujo incorporando la temática de gatos a los que otorgó una identidad muy reconocible. Son en unos casos animales cuasihumanos, repletos de psicología. En otras, deidades que parecen influenciados por la iconografía india.
La película que da vida al artista inglés, Mr Wain, lo presenta como un hombre entrañable, sensible, un poco retraído y extravagante. Interpretado por Benedict Cumberbatch que recientemente despuntó como un actor camaleónico en El poder del perro, es un personaje asombrosamente bien constituido. Empatiza tanto con el público que, a su lado, las mujeres que componen este paisaje humano pueden llegar a parecer un poco histriónicas. Todas, a excepción de Emily Richardson, interpretada por Claire Foy, que es el pilar de la historia. Ella le descubre su verdadero talento y lo necesario que es que su arte trascienda. Será la única mujer por la que el artista sentirá un amor profundo y auténtico que romperá todas las convenciones. De hecho, su historia de amor, central en la escritura del guion, es muy relevante para comprender cómo pasa de ser un mero dibujante a un artista.
Con un estilo visual que guarda cierta relación con Wes Anderson en el uso del color y sus evocaciones visuales Will Sharpe, en Mr Wain, hará las delicias de muchos. Tiene atractivos suficientes. Una historia que evoluciona muy bien. Un discurrir temporal que no se pierde en prolegómenos. Una vocación didáctica que da a conocer a una figura no muy conocida que, asimismo, tiene una relevancia extraordinaria en la sociedad contemporánea. Existe todo un fenómeno mundial que gravita alrededor de los gatos. Auténticos fans de los felinos, que en su amor les han humanizado como lo hizo Wain en un tiempo en el que nadie se planteaba, ni tan siquiera, tenerlos como mascota. Pero por encima de estas consideraciones, el entramado novelesco convence cuando el cine está recuperando un romanticismo perdido. Es una película que sabe muy bien qué notas tocar. No hay riesgo, pero logra su cometido.