Enfrentando la vida y la muerte Helena Girón y Samuel M. Delgado en ‘Ellos transportan la muerte’ cargan con el peso de una historia transformada por el mito

Ellos transportan la muerte | StyleFeelFree
Imagen de la película Ellos transportan la muerte | StyleFeelFree

Las mujeres quedan esperando y en su espera aprenden a comunicarse con lo no vivo. En medio del bosque, despiertan un sentido especial para hablar con los árboles, con el mar, con los animales. Sin embargo, otras no soportan la espera. Por su parte, los hombres inician una travesía por mar que los llevará a las Américas, a un territorio que se conoció como el Nuevo Mundo. Trabajando con esta dualidad, Ellos transportan la muerte se erige como una película ambigua, críptica y enigmática. Un ejercicio que se sitúa en 1492, el año en el que Cristóbal Colón comenzó la expedición hacia América.

A medio camino entre el ensayo histórico y mitológico, Helena Girón y Samuel M. Delgado componen una pieza sustentada en la imagen. Un trabajo de gran fuerza poética muy bien engarzado en el conjunto para trascender. Trasciende en su propio cometido sopesando los hechos y alcanzando a verlos con una distorsión que cuestiona. Desde la luz a la oscuridad. Convocando a todos los elementos —fuego, agua, aire y tierra— para hacer un exorcismo que sondea lo fílmico. Y ahondando en la raíz de lo historiográfico, desde herramientas que redimensionan la apariencia de las cosas, alcanza a interrogar el acontecimiento, la imagen, la palabra. Para ello, sigue la estela de un nuevo cine gallego que explora la tradición mágica en su encuentro con la impresión desilusionada de Lucrecia Martel. Porque si la historia está mitificada, el cine solo puede acechar sus huellas.

La génesis del proyecto comienza con un texto de la feminista italiana Silvia Federici que parte de una investigación asentada en la historia de las mujeres en la transición del feudalismo al capitalismo. Por eso, mencionar la perspectiva feminista en Ellos trasportan la muerte es ineludible. La cinta que componen meticulosamente Girón y Delgado mira la desigualdad estructurando el guion en dos relatos paralelos. La escena inicial ubica al espectador en la primera de estas narraciones. Varios hombres se tiran al mar huyendo de una de las embarcaciones capitaneadas por Cristóbal Colón y llevando consigo la vela del navío. Ello provocará que el resto de la tripulación los persiga. La otra historia gira en torno a dos mujeres que abordan también un viaje desesperado porque una de ellas está entre la vida y la muerte. En un caso se urde una gesta, en el otro hay un itinerario de salvación.

La vida y la muerte son, de hecho, la gran cuestión de la película. Federici en Calibán y la bruja ya apuntaba a la riqueza acumulada durante la colonización de América como el motor que impulsó el aparato represivo de la Inquisición. Igualmente, fue la que sufragó a los mercenarios que derrocarían a las insurrecciones campesinas de los siglos XV y XVI. Al mismo tiempo que esto ocurría se sucedían los levantamientos populares, los indígenas americanos estaban siendo masacrados y la caza de brujas llegaba a su máximo apogeo en Europa. Advenimientos que en Ellos transportan la muerte se abordan en los puntales del relato. No hay una intención pedagógica, sino la colosal labor de contribuir al mito, creando uno nuevo que permita al espectador reflexionar. Sobre la construcción de la historia y cómo los símbolos —sea la cabeza de Colón o una pira funeraria— secundan toda acción.
 

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