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Planteando una trama coherente que amplía las posibilidades del género fantástico, Juanjo Giménez en ‘Tres’ pasa del discurso a un metadiscurso muy accesible, con poco que observemos sus herramientas
Juanjo Giménez estuvo nominado a un Oscar por su cortometraje Timecode en 2016 después de alzarse con la Palma de Oro de Cannes. Sin embargo, estos acicates tampoco avivaron su carrera cinematográfica como cabría de esperar. Es ahora, cinco años después, cuando debuta en el largometraje con Tres, una película protagonizada por Marta Nieto que lo sitúa al frente de un cine fantástico que empieza a sonar con criterio en España. Una cinta original en su génesis que va desenvolviéndose con tanta agilidad e inteligencia que el género propio del fantástico se le queda corto. Aborda el drama, el suspense y el romance sin previo aviso, sin que la trama se desborde, y resolviendo a su paso, muchas cuestiones que estaban en la superficie. El filme no recurre a la ficción sino para hablar de las crisis personales que, en una formidable idea de guion, solapan ciertos tabúes sociales.
Escribía a propósito de Titane que el cine fantástico está escalando posiciones conquistando a públicos hasta ahora reacios, porque empieza a ser más efectivo que el cine de realidad —o que se nutre de ella— para enfrentar los dilemas sociales y humanos. Y Juanjo Giménez está demostrando ser un cineasta sagaz en la construcción de discursos. Tres articula un complejo rompecabezas, pero este no se percibe con ninguna dificultad. Con su diáfana estructura de presentar situaciones complejas, como espectadores bien podemos hacer diferentes lecturas. Especialmente, las que envuelven lo psicológico y emocional en una madeja que desenredar. Sin tampoco demasiadas voladuras, el propio guion sabe hacia dónde conducir la historia para llevarla a buen recaudo. Es en el desenlace final cuando advertimos de qué forma las relaciones humanas nos deconstruyen y construyen continuamente. Los personajes de Tres, especialmente el principal, están hechos de retazos, experiencias, fracasos e intentos.
Aquí, la siempre impecable y convincente Marta Nieto es una sonidista que empieza a desincronizarse como si fuera una película. Pero en realidad sabemos que lo que le ocurre es que está atravesando una importante crisis emocional que en circunstancias normales la llevaría directamente al psiquiatra. En lugar de ello, y por medio de un relato muy bien estructurado, Giménez busca soluciones a los males que acechan a su protagonista. Y las encuentra. Tienen que ver con las feminidades ancladas a un sistema social opresor durante siglos para las mujeres. Tienen que ver con la soledad y la no pertenencia. Y a buen seguro, tienen que ver con el hecho de que somos seres sociales necesitados de contacto humano, físico y emocional. Por estas lecturas que extralimitan la base del discurso Tres es más que una película de género, se expande para hacer efectivas conexiones. Del discurso, al metadiscurso.