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Atando cabos, Antoine Vitkine en ‘El misterio de Salvador Mundi’ prosigue el debate en torno a la obra más cara de la historia
Alcanzó en subasta el precio más alto pagado por una obra de arte. El Salvator Mundi, una pintura supuestamente atribuida a Leonardo da Vinci, se compró en Christie’s, en 2017, por 400 millones de dólares a los que habría que sumarle la comisión de la casa de subastas. Sin tener en cuenta el dinero que se pudieron desembolsar algunos intermediarios en el proceso de compra, la suma total superó la escalofriante cifra de 450 millones de dólares. Aunque el comprador estaba en el anonimato, la prensa acabó filtrando que se trataba de un príncipe jeque árabe convencido de que estaba adquiriendo la versión masculina de La Mona Lisa. La campaña de marketing que se hizo con motivo de la venta superó las expectativas. La puja se convirtió en un espectáculo y dejó tras de sí un importante debate sobre el negocio del arte y sus entresijos.
La película que ahora estrena AMFF 2021, El misterio de Salvador Mundi, desvela todas las incógnitas hasta llegar a la compraventa millonaria. Sin embargo, su interés va más allá de la polémica obra, extendiendo sus tentáculos hacia un mercado con demasiadas opacidades para el común de los mortales. Evitando, no obstante, ser demasiado denso, el realizador Antoine Vitkine, que hasta ahora no había explorado el mundo del arte, traza un mapa diáfano que mantiene el interés sin pestañear. Para ello, recurre a una estilizada trama que bebe del thriller, presentando a todos los protagonistas de la historia real con un acompañamiento musical que logra captar la atención de la audiencia. Recurriendo a los recursos más eficaces de la ficción, el cineasta francés, sin aderezos, caracteriza a los implicados resolviendo un puzzle que atraviesa países y escenifica los modos y alianzas que describen nuestro tiempo.
Por eso, más allá de su interés para los aficionados al arte, El misterio de Salvador Mundi muestra un sugestivo paisaje humano que es responsable, a pequeña escala, de cómo el mercado fluctúa casi de forma arbitraria. En una tela de araña, excelentemente conectada, vemos cómo comienza a trazarse una memoria de acontecimientos en torno a una obra sobre la que todavía pesan sospechas. ¿La ha pintado realmente Leonardo da Vinci o sus alumnos en el taller de este? También es un duelo entre mecas del arte, Estados, expertos en la materia y depredadores a la caza de la mejor presa. Consciente de este bocado, Vitkine no desperdicia la oportunidad de situarse en una esquina desde la que observar todo el percal. Documental imprescindible para entrever cómo funciona el mercado del arte entre bambalinas. En la ficción, El artista anónimo, de Klaus Härö, nos devolvió un escenario más edulcorado pero efectivo para ver cómo el arte opera.