Rosana G. Alonso
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Si bien se presenta como una película judicial, ‘La chica del brazalete’ sobrepasa la etiqueta para explorar aspectos que conciernen al género, la moral y la familia

La chica del brazalete | StyleFeelFree
Imagen de la película La chica del brazalete | StyleFeelFree

La chica del brazalete se presenta como una película judicial y para ello, utiliza recursos propios de una narración supeditada al veredicto final, buscando mantener el suspense en todo momento. Y logra el resultado esperado. Como espectadores estamos expectantes por conocer más detalles de la historia. Pero ante la falta de pruebas convincentes, esperamos el dictamen del jurado. ¿Qué razones podría tener una chica de 16 años para matar a su mejor amiga? No parece estar muy claro, salvo que apelemos a la moral. Y aquí es donde el tercer largometraje de Stéphane Demoustier resulta arrollador. Porque utiliza lo judicial, aprovechando todas sus posibilidades, para explorar aspectos que conciernen al género, a la moral y a la familia. Trazando, por lo demás, un extraordinario relato que sobrepasa lo individual para hacer un retrato generacional.

En la elaboración de este ensayo que repercute a las nuevas generaciones, hay ecos de películas recientes. La chica del brazalete se sitúa a medio camino entre Tendre de Isabel Pagliai y Home de Fien Troch. A diferencia de estos filmes, exuberantes y explícitos en lo visual, tenemos que imaginar lo que no podemos ver. Las escenas que se narran durante el juicio son, en este sentido, cruciales para el espectador. El realizador nos tienta, de esta forma, a juzgar, a sopesar el comportamiento de una adolescente que todavía no es consciente, de forma plena, de una realidad sexuada. En el juicio se observan patrones de género. La acusación continuamente hace juicios de valor. No existen pruebas incriminatorias, por lo tanto, todo pasa por nuestro filtro sancionador para con la protagonista. Interpretada con una voluntad tan férrea como gélida, Melisa Guers está extraordinaria.

En realidad, La chica del brazalete no es solo una película judicial muy bien desarrollada, es el retrato de una generación y una ejemplar demostración de cómo la sociedad sigue cuestionando y juzgando más a las mujeres por sus conductas sexuales que a los hombres. Muy probablemente este no es el punto de arranque para Demoustier, pero acaba siendo el motor de una cinta que nos pone alerta. Sobre la verdad y sobre nuestra propia interpretación de la verdad, sopesada por sus condicionantes. También es cierto que la caracterización de Lise, el personaje central, nos pone a prueba todo el rato. Interesante y contundente demostración de fuerza que da una vuelta de rosca, que parecía imposible, a las películas judiciales. Teniendo en cuenta que el género nos ha dejado verdaderas joyas en los últimos años, esto son palabras mayores.
 

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