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Tras más de dos décadas al frente del sello discográfico D1 Recordings, el fotógrafo Eamonn Doyle presenta, en la Fundación Mapfre, una exposición que reinventa la fotografía, en un trabajo colaborativo que borra fronteras
Es evidente que en las fotografías de Eamonn Doyle (Dublín, 1969) que ahora se presentan en la Sala de Exposiciones Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre, después de su paso por la RHA Gallery de Dublín, el ritmo es esencial. Doyle, cuya trayectoria profesional ha estado vinculada por más tiempo a la música que a la fotografía, no puede escapar de la influencia que su sello discográfico de música electrónica, D1 Recordings, que ahora cumple 25 años, ha tenido en su forma de percibir el arte. “La presencia de la música en su vida tiene mucha importancia en su obra, algo que se percibe y que él reconoce al afirmar que no ve diferencia entre hacer música y fotografía”, asegura Nadia Arroyo, directora de Cultura de Fundación Mapfre.
Otro punto importante, en el modo de hacer, es como enfrenta esta exposición. Se trata de un trabajo colaborativo y transversal. En esta muestra, compuesta de 153 fotografías en las que se adoptan diversos puntos de vista y elecciones formales, la fotografía deja de afrontar una superioridad y rigurosidad intrínseca al momento decisivo en el que se vehicula, para adoptar una plasticidad que se modula a través de otras disciplinas. Porque aunque el medio es el motor, a partir de este eje central la experiencia se extiende. Por medio de la música o la literatura que acompañan algunas series y proyectos; o bien, porque visualmente las instantáneas de Doyle se escapan de lo puramente fotográfico para entrar en encuadres y argumentaciones que guardan relación con otras artes.
Son perceptibles, en este trabajo, las composiciones propias del diseño gráfico, la rugosidad de la pintura, e incluso el influjo del arte conceptual, como se aprecia por ejemplo en Las cartas de Kathryn que recoge las cartas que su madre le escribió a su hermano muerto, de forma inesperada, a finales de los años noventa. Además, es acusada la presencia cinematográfica, donde podemos hacer lecturas a La Jetée de Chris Marker, la película Film de Samuel Beckett con Buster Keaton e incluso una serie de películas de los años ochenta de Bob Quinn tituladas Atlantean. De lo cinético, hay un salto a las influencias literarias y musicales mencionadas donde encontramos el rastro de Stevie Wonder, el dub reggae o la música tecno de Detroit. Un sesgo musical que “está componiendo una coreografía colectiva que tiene un ritmo y una secuencia muy especial”, recalca Arroyo.
Relativo a este afán participativo de Doyle que compone esta coreografía colectiva, cabe destacar la presencia, en la exposición de Mapfre, tanto de Niall Sweeney, como de David Donohoe. Por un lado Niall Sweeney, que ejerce aquí como comisario, lleva trabajando junto a Donohoe en el diseño del sello D1 Recordings desde su fundación en los años noventa, extendiendo su contribución a otras actividades puntuales como la edición de fotolibros, que se pueden ver en este recorrido. Por ello mismo, la visión que tiene de su obra es absoluta, abarcando todas sus adyacentes. Al respecto apunta que las fotografías de Eamonn Doyle “están preocupadas por el estado del hombre común, enmarcado por una ciudad (Dublín), flotando en un mundo contemporáneo”. Y añade una pauta para la comprensión de este imaginario extraída del catálogo que se ha editado con motivo de la exposición. “En lugar de leer sus imágenes como si fueran ínfimos fragmentos de tiempo” considera que es preferible hacer una lectura global ya que las iconografías proyectadas “son más bien una cantidad acumulada de tiempo, una visión del campo interconectado del todo”. Como la música electrónica, que ejerce una influencia poderosa en quien la escucha.
Desde otro enfoque, David Donohoe está también presente en la muestra porque es el artífice de las composiciones musicales de la serie K, así como de la composición cuadrafónica para Made in Dublin, un trabajo audiovisual disperso en nueve pantallas contiguas, en constante movimiento, que ponen el ritmo al Dublín de Eamonn Doyle. Un Dublín que en la exposición en Mapfre tiene la cadencia de saberse reconstructor de una realidad, en un tiempo y un lugar. “Realmente se trata de reconocer las cosas cuando pasan, y eso es algo muy parecido a lo que ocurre cuando estoy creando música con David”, explica Eamonn. Reconocer, incluso, que a veces es el momento de hacer una pausa para escuchar el silencio. Algo muy reconocible en «K», la última serie realizada entre la costa oeste de Connemara en Irlanda, y Extremadura en España, expuesta en el sótano, que es una meditación sobre el duelo, la pérdida y la pena tras la muerte de la madre del artista. Una obra que se complementa con sus trabajos precedentes ya que en ella parece poner en suspense el mismo tiempo y lugar en el que la vida se insinuó al preguntarle a cada sujeto fotografiado hacia dónde, qué, y quién era en un mundo-todo, devorador a su paso.
Retrato de Eamonn Doyle en la Exposición que le dedica la Fundación Mapfre de Madrid | Foto: Yolanda G. Alonso para © StyleFeelFree
Fotografía ON (SERIE) Nº15, 2014 de © Eamonn Doyle en la exposición retrospectiva de Eamonn Doyle en la Fundación Mapfre de Madrid | Foto: © StyleFeelFree
Vista de sala de la exposición de Eamonn Doyle en la Fundación Mapfre de Madrid | Foto: © StyleFeelFree
Título: Eamonn Doyle
Artista: Eamonn Doyle
Comisariado: David Donohoe
Producción: Fundación Mapfre
Lugar: Sala de Exposiciones Bárbara de Braganza (C. Bárbara de Branganza, 13. Madrid)
Fechas: Del 12 de septiembre de 2019 al 26 de enero de 2020
Horario: consultar
Precio [entrada a exposición]: 3€