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Repleta de un simbolismo velado, ‘La virgen de agosto’ juega con una multiplicidad de significantes para escribir la historia del Madrid de hoy
Envuelta en una atmósfera festiva y relajada, con una luminosidad contenida, a la espera de los pequeños milagros de la vida que nos ponen en contacto a los unos con los otros, La Virgen de agosto, la nueva película de Jonás Trueba, muestra un Madrid abierto y cosmopolita que avanza entre la tradición y un hoy abierto. A la gente, a las ideas, a la posibilidad de construir itinerarios en un escenario de posibilidades (e imposibilidades). Y especialmente, pone énfasis en los nuevos modos de relacionarse que empoderan a la mujer, aunque sea de forma afectada, para que tome decisiones.
Más que el conjunto, en La virgen de agosto sobresale el momento efímero que se esfuma en un halo de esmerada tediosidad plácida
Todo esto, sin medir los resultados, que visto lo visto, no siempre resultan tan liberadores como se esperaría de sociedades modernas que buscan desprenderse de las ataduras que conllevan las encorsetadas responsabilidades de género. La idea del cine del artífice de Los exiliados románticos, sigue sujeto a una observación de la realidad que, por incómoda que sea, evita superar deleitándose en las triviales miserias del día día, que no obstante, analiza meticulosamente acudiendo a fuentes y todo tipo de recursos. Más que el conjunto, sobresale el detalle, la anécdota, la cita, el episodio, el momento efímero que se esfuma en un halo de esmerada tediosidad plácida.
Hay una secuencia de La Virgen de agosto en la que la protagonista, Itsaso Arana, en un ademán que recuerda a Élodie Bouchez en Les Roseaux sauvages (Los juncos salvajes, 1994) de André Téchiné, no se siente cómoda mostrándose en bañador. Si bien, ese pudor en sí sea solo anecdótico, y no se entienda su intangibilidad en una cinta repleta de un simbolismo velado que juega con la multiplicad de significantes, el episodio en el que se inserta es uno de los más estimulantes del metraje. En lo que ya es marca de la casa, los diálogos sobre asuntos vitales, cobran un valor significativo. Los personajes se tornan aquí existencialistas al valorar diversos aspectos como la maternidad, o el hecho de cuestionarse si es más heroico quedarse en un lugar, enfrentándose a sus dialécticas y resortes, o aventurarse hacia nuevos horizontes aparentemente más estimulantes y prometedores.
La protagonista ha decidido quedarse en Madrid. Incluso, ha decidido explorar las posibilidades de la ciudad en el mes de agosto, un mes denostado para muchos madrileños que huyen del aletargamiento asociado a una ciudad que parece poner un paréntesis a la frenética actividad del resto del año. Ella ha decidido ordenar su vida entre el desorden y el bochorno de un agosto que se conforta con sus fiestas patronales, en donde sobresale, precisamente, la dedicada a La Virgen de la Paloma. Espera encontrarse a sí misma y reinventarse a sus treinta y tantos, escapando de cualquier tipo de idea heroica o sueño grandioso. Sigue, para ello, el rastro de los demás e interactúa con sus cotidianidades.
Madrid pocas veces la hemos visto tan fotogénica. Los nuevos realizadores le están perdiendo el miedo a la belleza de los rincones de nuestra geografía en espacios temporales que rescatan la actualidad, huyendo de un ya sobrecargado historicismo. Sobremanera, están captando el Madrid de hoy, lleno de posibilidades fílmicas, por su idiosincrasia de contrastes. Además de Jonás Trueba que se esmera en dibujar su tono melancólico y festivo, como queda patente en La reconquista; Rodrigo Sorogoyen, por ejemplo, ha vivificado también la energía lánguida de su nocturnidad en Stockholm. La nueva cantera de autores, decididos a escribir la historia de nuestros días, tienen la responsabilidad de construir la imagen que nos representa con una cinematografía que empieza a acercarse a lo real, a la piel, a la calle y a sus gentes, sin necesidad de hiperbolizar nada. Una filmografía que tiene el peso de escribir la verdad, llena de subjetividades.
Tráiler de La virgen de agosto | StyleFeelFree Youtube
Eva es una treintañera que ha decidido quedarse en Madrid en agosto, para ordenar su vida. En una casa prestada, se encuentra sola en el corazón de la capital, en preparativos para celebrar las fiestas de La Virgen de la Paloma. A lo largo de 15 días se encuentra con diferentes personas con las que interactúa y con las que poco a poco descubre que puede ser la protagonista de su propio relato, alejado de heroísmos.
Título original: La virgen de agosto
Duración: 125 minutos
Dirección: Jonás Trueba
Guion: Jonás Trueba & Itsaso Arana
Fotografía: Santiago Racaj
Dirección artística: Miguel Ángel Rebollo
Vestuario: Laura Renau
Montaje: Marta Velasco
Reparto: Itsaso Arana, Vito Sanz, Joe Manjón, Isabelle Stoffel, Mikele Urroz, Luis Heras
Distribuidora en España: Bteam Pictures
Fecha de estreno en España: 15 de agosto de 2019
Premios:
Festival de Cine de Karlovy Vary (2019): Premio FIPRESCI y Mención Especial del Jurado