Burning | Murakami en esencia pura 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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El coreano Lee Chang-dong en ‘Burning’ consigue catalizar la energía murakamiana como si la exhalara, un thriller que sirve de metáfora de los anhelos y desesperanzas de la sociedad actual

La primera adaptación cinematográfica que vi en el cine de Haruki Murakami, un autor que reconozco muy simbólico de una literatura pop contemporánea de fácil calado en sociedades capitalistas ya que recrea su temperatura con señas, símbolos muy perceptibles, fue la de su novela Tokio Blues. Aunque Tran Anh Hung que realizó la adaptación había firmado algunos trabajos excelentes como El olor de la papaya verde, Cyclo o Pleno verano, congeló el relato de Murakami, no consiguiendo texturizar sus detalladas y sensoriales descripciones que entran en una psicología de lo contemporáneo que parece deleitarse en sus vicios.

Muy al contrario, Lee Chang-dong en Burning, la película con la que despierta de su letargo tras su emotiva y absorbente Poesía, consigue catalizar la energía murakamiana como si la exhalara llevando a la gran pantalla Barn Burning, un relato corto de Murakami. Aunque aquí se cambia el título por un simple Burning, ya que al trasladar la historia de Japón a la Corea actual, resultó más apropiado sustituir los graneros por invernaderos, el deleite que provoca percibir el énfasis del escritor nipón, especialmente en las logradas caracterizaciones de sus tres protagonistas, con sus juegos de seducción y misterio, es asombrosamente fehaciente de un universo de incertidumbres.

Junto a Jungmi Oh en el guion Chang-dong explora aquí en la psique de las nuevas generaciones, consiguiendo introducir al espectador en un escenario triangular en el que se dibujan tres figuras que descubren los anhelos y desesperanzas de la sociedad actual en países hipercapitalistas. ¿Y cuál es el sentimiento que comparten los jóvenes (y no tan jóvenes) en todo el mundo desarrollado? La ira derivada de la impotencia de no poder alcanzar lo que parecía una promesa.

Si por un lado Ben aparenta haber triunfado en todo, su antítesis, Jongsu, no es capaz de alcanzar o de retener nada de lo que desea. Entre los dos, Haemi se manifiesta como el ideal masculino de una feminidad etérea, inocente y casi mágica. Estos tres personajes componen una metáfora que inequívocamente representa, en una escala muy pequeña, el mundo que conocemos. Mientras unos se muestran triunfantes como si todo les perteneciese sin hacer el mínimo esfuerzo y manteniendo un perfil sospechoso, otros sienten que no merecen tener sueños, cuando no pueden hacer nada para retenerlos. Ante esta situación extraída de la narratividad de Murakami, el realizador coreano que siempre ha conseguido mantener un ritmo formidable en sus dramas, muy apreciable en la aproximación al thriller en Secret Sunshine, construye un nuevo relato en el que el suspense tiene no solo velocidad, también textura, la misma que Murakami ha conseguido trazar, novela a novela, hasta forjar una identidad fácilmente reconocible. De hecho aunque no tuve ocasión de leer el relato corto de Barn Burning, he tenido la impresión de estar reviviendo en pantalla las sensaciones que tuve con otras novelas del japonés, especialmente con Baila, Baila, Baila, que guarda mucha relación con esta historia que no dudo hará las delicias de los muchos admiradores de la obra de Haruki Murakami en todo el mundo.
 

Tráiler de Burning | StyleFeelFree Youtube