Buenos vecinos | De lo anecdótico, lo magnánimo 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Entre el thriller y la comedia negra que desemboca en lo hilarante, ‘Buenos vecinos’, del islandés Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, hila bien una narrativa abocada a explicar la tragedia de las relaciones humanas en el mundo actual

Hasta hace poco completamente desconocido, el cine islandés en los últimos años comienza a hacerse un hueco en las carteleras españolas con una hornada de nuevos realizadores con trabajos muy loables. Recientemente hemos podido ver Heartstone, corazones de piedra de Arnar Gudmundsson y ahora llega a las carteleras la hilarante Buenos vecinos, un cóctel visual que fusiona distintos géneros que buscan explicar, en un relato que acaba convertido en fábula, como las relaciones han evolucionado en el mundo contemporáneo, hasta convertirse en un duelo entre opuestos.

Hafsteinn Gunnar Sigurðsson en Buenos vecinos parece tener muy claro los objetivos visuales y no teme arriesgar en una narrativa que mantiene el cariz hipnótico y turbio de Michael Haneke explorado también por Joachim Trier o Lynne Ramsay en sus últimos trabajos, con lo anecdótico convertido en parodia, tan bien ejecutado por Ruben Östlund en su sorprendente The Square. Asimismo hay guiños a David Lynch, sobre todo en la construcción de los personajes y el uso de lo simbólico, pero ello no impide que el islandés firme una cinta con sello propio, meticulosa en el detalle y condenada a un desenlace que convierte una estrategia minimalista en un Pollock sentenciado a las consecuencias de su ebriedad.

Como metáfora de las relaciones humanas en el mundo actual, Buenos vecinos abre un debate interesante en un filme que evita lo lúcido, para explorar en el propio desentendimiento. Este procedimiento comienza a ser recurrente en los nuevos modos de acercarse a lo audiovisual como hemos visto en la hipérbole de realidad construida por Petr Václav en Nunca estamos solos. Lo trivial bien puede ser un lugar desde el que explorar la magnitud de lo que está a la vuelta de la esquina, si seguimos defendiendo un sistema basado en el confort y el individualismo. El lirismo del absurdo aquí, acaba convertido en un campo de batalla que aunque se desborda en la escena final, precisamente por ello, nos obliga a mirar de frente a la tragedia evitable. Si cambiamos los sujetos por grupos étnicos, nacionales o religiosos quizás podamos entender mejor hasta donde quería llegar Sigurðsson con una cinta que explota cuando menos se espera. El ritmo y la épica que lo acompaña, no deja de ser asombroso.
 

Tráiler de Título película | StyleFeelFree Youtube