Manifesto | Cate Blanchett, enunciado del arte 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Julian Rosefeldt hace de ‘Manifesto’ una respuesta al sentido del arte hoy, invocando la belleza y la fuerza de su palabra

La versatilidad de Cate Blanchett como actriz ha quedado patente a lo largo de su carrera y especialmente en la película I’m Not There (2007) de Todd Haynes con quien volvió a trabajar en Carol. En aquella cinta, como ahora en Manifesto, Blanchett mostró su capacidad de interpretar no solo personajes femeninos, sino masculinos, dando vida a uno de los alter egos de Bob Dylan. En Manifesto, junto al artista Julian Rosefeldt, más expuesto en galerías que en salas de cine, tiene la oportunidad de mostrar esa innata capacidad de transformación con un filme que es una pieza de creación que cuestiona el arte en la actualidad y de paso, el papel del artista en un momento en el que las creaciones tienen que actualizarse a una velocidad sorprendente, demostrando, al mismo tiempo, que el arte es respuesta del mismo sistema. Pasando por distintos movimientos artísticos, el filme revela con gran virtuosismo la época por la que estamos atravesando acentuando, especialmente, la belleza de algunos de los manifiestos artísticos más dinamizadores de la historia del arte. Incendiarias declaraciones de intenciones puestas en boca de una Cate Blanchett, actriz de actrices, que compone 13 personajes diferentes con su capacidad de hacer elocuente el poder de sugestión de la intérprete iluminada que escenifica cada uno de estos manifiestos, como performances pensadas para transcender lo puramente cinematográfico.

Manifesto es una obra de obras, manifiesto de manifiestos. Busca la belleza en la belleza y capta el esplendor y la fuerza de la palabra por la palabra, de la imagen por la imagen, de la interpretación por la interpretación. Pero lejos de quedarse en una aserción de propósitos, remueve al espectador, le desafía a cuestionar no tanto lo que ve, sino lo que oye, palabras que suenan a melodía que silba como el viento bailando con ímpetu y obligando a moverse. ¿Seguimos la revolución o la saboteamos? ¿La saboteamos por voluntad de transgredir? ¿Hacemos la revolución por consigna de subordinación, o por principios que conllevan una responsabilidad ética hacia la humanidad? ¿Qué sentido tiene el arte hoy? ¿Cuál es el papel del artista? ¿Es suficiente con la belleza de la palabra que transforma, que se inflama, que alienta a la acción o se resuelve en algo formal que retorna a la palabra? O no. O sí. Pero lo que es evidente es que en cuestión de lo que dura este largometraje, poco más de hora y media, Cate Blanchett hace un repaso por los movimientos de arte más sorprendentes del siglo XX y XXI sin necesidad de grandes prolegómenos. Dadá, fluxus, futurismo, suprematismo, situacionismo y otros ismos que exaltan nuevamente la palabra, la acción o la inacción reivindicativa. Derroche de vitalidad y capacidad de instruir en estado puro.
 

Tráiler de Manifesto | StyleFeelFree Youtube