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Aunque lamentablemente hoy despedimos a Mary Ellen Mark, sus retratos en los márgenes seguirán teniendo el mismo brillo con el paso de los años
Mary Ellen Mark (Filadelfia, 20 de marzo de 1940 – Nueva York, 25 de mayo, 2015) nos dice adiós hoy a los 75 años. Fotógrafa de los excluidos, los retrató siendo capaz de entablar un diálogo visible en la imagen. La dignidad, la no-sumisión por la condición de estar al margen, es algo perceptible en sus instantáneas. No hay atisbo de compasión en su mirada a pesar de los signos que la señalan, pero sí hay una intención poética en el encuadre que prende al que mira. También porque es tan fácil identificarse con sus personajes que al final el otro es yo. Como su Tiny.
Hay imágenes que por alguna razón te tocan. Con Mary Ellen Mark me pasó hace ya algún tiempo. Tengo la sensación de que pasó más tiempo del que percibo, a decir verdad. Quizás porque conservo el gusto por algunos recuerdos que son testigos de hallazgos que me sedujeron y siguen haciéndolo. Descubrimientos que bastante tiempo después iría poniéndoles nombre. Las obras que más me marcaron y que definieron mis filias, se revelaron por casualidad, se hicieron visibles de paso. No tenía por aquel entonces un afán recolector, ni siquiera me interesaban los nombres sino las obras, aquellas que me hacían sentir conectada con la vida. Como las de Mary Ellen Mark, la fotógrafa que posiblemente más haya establecido vínculos con ese social contemporáneo que logró no sólo activar sino encauzar después de que Diane Arbus lo hiciese visible. Pero sus rasgos, los que caracterizan a ambas fotógrafas, aunque inevitablemente guardan relación, especialmente en algunas temáticas como sus series de gemelas, difieren por esa generación que las separa. Las dos hicieron visible esos pedazos de realidad invisibles y rescataron su belleza. Pero mientras la belleza de Diane Arbus estaba asociada a un inaudito inquietante, más lejano, el atractivo del trabajo de Mary Ellen Mark recala en sus tomas documentales que logran una cercanía ostensible que se revela repleta de verdades que captan la atención. Acostumbrada como estaba la sociedad a mirar de reojo, de lado, a no mirar, Mary Ellen Mark enfocó su objetivo no para mostrarnos lo exótico, lo diferente, lo extraño, sino para acercarnos retratos de esa parte de nosotros mismos que hubiese podido ser y que si no lo es, no lo es por las circunstancias.